La deuda bruta argentina alcanzó en octubre un total de u$s462.553 millones, según el informe mensual de la Secretaría de Finanzas. De este monto, u$s460.092 millones están en situación normal de pago, lo que representa un incremento mensual de u$s2.505 millones (0,55%). En lo que va del año, el crecimiento acumulado de la deuda asciende a u$s91.879 millones, marcando un aumento del 25%.
Aunque las cifras aún no despiertan alarmas inmediatas, el contexto histórico de Argentina obliga a una reflexión profunda sobre la sostenibilidad de este crecimiento.
El aumento mensual de la deuda se debió, en parte, a una disminución de u$s1.069 millones en obligaciones en moneda extranjera, compensada ampliamente por un incremento de u$s3.574 millones en deuda en moneda local. Este cambio refleja una tendencia clave en el manejo del pasivo argentino durante 2024: la reducción de la exposición en moneda extranjera y el aumento de la deuda en pesos, lo cual se alinea mejor con la capacidad recaudatoria del Tesoro, que está principalmente denominada en moneda local.
A fines de 2023, la relación entre deuda en moneda extranjera y local era de 71,74% a 28,26%. En octubre, esa composición ha cambiado a 55,29% en moneda extranjera y 44,71% en pesos. Este viraje, aunque positivo desde una perspectiva de riesgo cambiario, también ha sido facilitado por la cancelación de u$s10.000 millones en moneda extranjera durante el año, una decisión que alivia presiones externas pero no elimina los desafíos del financiamiento en moneda local.
El impacto de las Lecaps y la acumulación de intereses
Un factor relevante en el crecimiento de la deuda es el uso de instrumentos como las Letras de Capitalización (Lecaps), que permiten la capitalización automática de intereses. Hasta septiembre, este mecanismo ya había agregado u$s7.185 millones a la deuda total, aunque las cifras correspondientes a octubre aún no se han publicado. Si bien estas estrategias ayudan a mostrar un menor déficit financiero en el corto plazo, aumentan el volumen total de obligaciones futuras que se verifica en el aumento de la deuda total.
Solidez actual versus sostenibilidad a largo plazo
La sostenibilidad de la deuda argentina, al menos en el corto plazo, parece estar bajo control. El Tesoro cuenta con más de $10 billones depositados en el Banco Central y un superávit primario sostenido durante 10 meses consecutivos, lo que reduce la necesidad de financiamiento para cubrir el gasto público. Sin embargo, este escenario favorable depende de varios factores delicados, como la capacidad del Estado para mantener un superávit fiscal y la confianza de los inversores en los activos locales, sobre todo si se busca realmente salir del cepo.
El entorno macroeconómico plantea interrogantes adicionales. A medida que el gobierno considera relajar las restricciones cambiarias en los próximos meses, la evolución de la deuda se volverá aún más crítica. Sin un manejo cuidadoso, el regreso a un sistema cambiario más libre podría generar presiones sobre los compromisos también en moneda local.
Una lección del pasado: el límite del endeudamiento
Argentina tiene una larga historia de crisis relacionadas con su deuda pública, desde los defaults recurrentes hasta las reestructuraciones forzadas. Aunque el contexto actual no sugiere inminentes problemas de solvencia, la trayectoria ascendente de la deuda no puede continuar indefinidamente. Los inversores ya monitorean de cerca la relación entre los pagos de intereses y el superávit primario, así como las señales de confianza o incertidumbre en los mercados internacionales.
La deuda, como herramienta fiscal, es una palanca poderosa, pero también peligrosa si no se maneja con cuidado. El desafío para Argentina no solo radica en sostener los actuales niveles de endeudamiento, sino en evitar caer nuevamente en ciclos insostenibles que han marcado su historia económica.
Fuente:Ámbito