La crisis sanitaria provocó en las Estaciones de Servicio una de las debacles económicas más fuertes de su historia. Los niveles de despachos se ubicaron al comienzo del aislamiento obligatorio en un 30 por ciento respecto a períodos prepandemia, hasta alcanzar actualmente, índices cercanos al 70 por ciento.
La nueva normalidad trajo consigo además, un comportamiento diferente del consumidor. Por la retracción del poder adquisitivo, cayó bruscamente la demanda de las variedades Premium (especialmente la nafta), sumando otro problema a los expendedores, ya que obtenían más rentabilidad por la venta de estos productos.
A la espera de que esta situación se regularice, los empresarios prefieren por el momento, no realizar cambios, como ser por ejemplo, modificar los espacios de almacenamiento.
“Por ahora no conozco casos de colegas ni llamados a la entidad referidos a posibles migraciones de tanques, porque para optar dichas modificaciones, primero hay que basarse en números concretos que son difíciles de obtener”, dijo a surtidores.com.ar, el presidente de la Federación de Expendedores del Interior, Alberto Boz.
El directivo remarcó que “nos resulta muy complicado poder segmentar entre producto súper o Premium, porque no estamos viviendo bajo parámetros socio económicos convencionales”.
En este contexto, explicó que los cambios en el consumo suelen ser más abruptos entre los usuarios de nafta, porque las consecuencias directas sobre el rendimiento de las unidades no resultan muy evidentes.
Por el contrario, señaló que quienes cargan diésel en camiones nuevos, camionetas y autos, mantienen la costumbre de elegir el de mayor calidad debido a la cobertura de la garantía del modelo. “El principal inconveniente de no cargar este producto cuando así lo recomiendan las terminales, influye en el desgaste a causa de las cantidades de azufre que pueden ser perjudiciales para los motores de última generación”, puntualizó el titular de FAENI.