Que todos jueguen para Macri: la orden que guía la campaña de Cambiemos

Dom 20/01/19.- No hay épica en el ajuste, la recesión y el crecimiento de la pobreza. Mauricio Macri asume que se asoma a la campaña más incómoda que un presidente haya afrontado desde el regreso de la democracia y que ningún milagro económico vendrá a facilitarle las cosas.

Su imagen pública fluctúa con las malas noticias para el bolsillo. Casi todo lo que había recuperado en diciembre en la primavera del G-20 lo perdió en las Fiestas tras el anuncio de otra tanda de aumentos de tarifas, según registran dos encuestadoras de primera línea.

En esas condiciones, el Presidente transmite a sus aliados que la permanencia de Cambiemos en el poder requiere ajustarse a un plan con máxima disciplina, cuentan dirigentes que lo vieron en lo que va del verano. Lo obsesionan tres variables. Una que está en manos de su gestión: la estabilidad económica. Otra que depende de sus aliados: la unidad monolítica de la coalición oficialista. Y una que está fuera de su control (o casi): que se perpetúe la división peronista.

«Pocas veces lo vi tan enfocado en un proyecto electoral», relata un funcionario que está con Macri desde el inicio de su aventura política.

A nivel económico descuentan en el Gobierno que no habrá buenas noticias para edulcorar la campaña. Toca jugar con las expectativas. El dólar a la baja -aunque a mediano plazo puede ser un problema- ayudó a atenuar la ansiedad social por la suba de tarifas. Guido Sandleris , presidente del Banco Central , tiene todo el respaldo presidencial porque cumple sin fisuras la orden de que el tipo de cambio no agrave la crisis. La relación entre el dólar quieto y la imagen del Gobierno es casi lineal.

Macri descuenta que vendrán tensiones en el mercado. Ordenó preparar un plan de contingencia para el muy probable momento en que Cristina Kirchner anuncie su candidatura. Se presume una fuerte presión dolarizadora y salida de capitales. «Esta vez no nos va a tomar por sorpresa», juran en la Casa Rosada.

Desde finales de año la economía se alinea con las urgencias de la reelección. La idea de anunciar el tarifazo en diciembre respondía a alejar las noticias ingratas de la fecha de votación. Fue una lógica que impuso Marcos Peña , pese a la oposición de otras figuras claves de Cambiemos.

Sandleris debe llevar el dólar en los límites de la banda, con colchón suficiente para absorber posibles shocks. La tasa de interés por las nubes es un daño colateral para una administración que asume el costo de otro año sin crecimiento y con caída de consumo. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne , le asegura a Macri que para el tercer trimestre (se cuida de no usar «segundo semestre») empezará a notarse un repunte mínimo. Sería como la brisa que en un verano agobiante se siente como un vendaval. Cuestión de percepción. Lo mismo pasaría con las obras públicas. Pese al ajuste, el Gobierno mantuvo suficientes proyectos en marcha como para administrar un goteo de cortes de cinta en los meses decisivos.

Macri le muestra a su gente convicción en el triunfo. Pero le exige un compromiso ineludible: que todos jueguen para la reelección presidencial. «Si gana Cristina, ninguno de nosotros va a sobrevivir», dijo en la cumbre que mantuvo con los radicales Gerardo Morales y Alfredo Cornejo , junto con Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli . «La orden es clara: todos juegan para Macri», sintetiza un oficialista ferviente. Los cargos, las listas, las fechas, todo se debe decidir en la misma mesa.

El mensaje retumba en los oídos de María Eugenia Vidal , que no archivó su plan de anticipar las elecciones bonaerenses. «Tiene que convencernos con números de que conviene para el bien del proyecto nacional», explican cerca del Presidente. Todos los que lo piden hablan desde la intuición, añaden. Peña, principal defensor de que en Buenos Aires se vote el mismo día de las presidenciales, insiste en que octubre será un mejor momento para Cambiemos que junio -la hipotética fecha del adelantamiento- porque a finales del año recién empezaría a sentirse la famosa «brisa».

Macri quiere a Vidal haciendo campaña a su lado. Se especula con que una concesión que podría hacerle es proponer como vicepresidenta a Carolina Stanley , de excelente relación con la gobernadora.

El dilema radical

A los radicales les llegó el pedido de actuar de manera coordinada. Elisa Carrió también lo aceptó. Está casi descartada la idea de presentar candidatos en las PASO contra Macri. Cornejo, gobernador de Mendoza y presidente de la UCR , y Morales, gobernador de Jujuy, acordaron con el Presidente que definirán en equipo las fechas electorales en sus provincias. A ojo, la Casa Rosada querría unificarlas, pero no está claro si le conviene. Un triunfo anticipado en Mendoza o en Jujuy podría ayudar al Gobierno a atravesar una temporada de derrotas en junio cuando varios gobernadores peronistas programan sus elecciones desdobladas.

A los radicales les exigen especial atención a Córdoba, donde persiste una agria interna entre Ramón Mestre, intendente de Córdoba, y el diputado Mario Negri por la candidatura a gobernador. En la cúpula de Cambiemos los que prefieren a Negri son clara mayoría, pero Mestre no se resigna. Macri espera que Cornejo tercie para que la disputa no termine en crisis. No tanto porque suponga que puede ganarle en mayo a Juan Schiaretti, sino porque necesita a todos sus aliados movilizados para conseguir en octubre un aluvión de votos cordobeses como el que impulsó su triunfo de 2015.

Cornejo tiene sus problemas en Mendoza, donde no hay reelección. Él quiere que su sucesor sea un radical (el ministro Martín Kerchner o el intendente Rodolfo Suárez). Espera que, en orden al espíritu pacifista, el Gobierno opere para desactivar la postulación de Omar de Marchi, de Pro. Cornejo, en tanto, suena como posible presidente de la Cámara de Diputados si hace los deberes y si se da la reelección presidencial.

El radar del macrismo barre todo el tablero. Al tiempo que cierra filas, la Casa Rosada aspira a fomentar la división opositora. Se ilusiona con conquistar provincias peronistas donde la pelea del PJ puede abrir paso a un tercero en discordia.

Es el caso de Tucumán , donde José Alperovich desafía al gobernador Juan Manzur . Allí crecen las apuestas por Silvia Elías, senadora de Cambiemos (no está descartado que vaya a intentarlo Alfonso Prat-Gay). Algo parecido podría ocurrir en Chubut, donde el gobernador Mariano Arcioni enfrenta al resto del peronismo (dominado por Carlos Linares y Gustavo Mac Karthy). Al radical Gustavo Menna le prometen apoyo nacional para intentar el triunfo.

El peronismo ya previno la jugada en San Juan, donde pactaron Sergio Uñac y José Luis Gioja. En Entre Ríos, el gobernador Gustavo Bordet trabaja para evitar que su antecesor, Sergio Urribarri, le amenace la reelección.

La fractura peronista alimenta la fe macrista de que ganará en plena crisis. Ni el surgir de una hipotética postulación de Roberto Lavagna inquieta al Gobierno. La cuenta que hacen es que ningún opositor va a superar a Cristina y que Macri -salvo que medie un crac económico- derrotará a la expresidenta en un ballottage.

De todos modos queda un punto ciego en la hoja de ruta de la reelección, que señalan importantes dirigentes de Cambiemos: nadie tiene pensado un plan B para el improbable caso de que Cristina Kirchner decida bajarse y el peronismo quede a tiro de unidad.

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