· En el acumulado anual, el déficit primario superó los $400.000 millones, trepando un 18% i.a. en comparación a 2016, lo que implica un recorte en torno al 8% i.a. en términos reales.
· Producto del achicamiento real del déficit y de la recuperación de la actividad, el gobierno nacional sobrecumplió la meta fiscal que se había autoimpuesto al comienzo del año: el saldo negativo primario del Sector Público No Financiero implicó un 3,9% de PBI, cuando la pauta lo autorizaba a estirarse hasta el 4,2%.
· Si bien el resultado primario mostró avances en comparación al primer año de gestión de Cambiemos, el saldo financiero exhibió un peor desempeño: producto del esquema de financiamiento del déficit fiscal adoptado (más deuda en lugar de emisión), la cuenta intereses saltó más de 70% i.a. (+35% i.a. real) en el último año, rozando los $225.000 millones.
· De este modo, el rojo financiero superó el 6% del PBI. En consecuencia, se encienden las primeras señales de alerta: aunque el gobierno pasó exitosamente la prueba de acotar el resultado primario, no logró trasladar estas mejoras hacia el resultado financiero.
· De cara al 2018, el gobierno luce decidido a dar las batallas necesarias para ordenar las cuentas fiscales primarias: la aprobación de la reforma previsional, tributaria y la firma del pacto fiscal fueron señales claras de que el rojo primario de las arcas públicas constituye una de las principales preocupaciones del poder ejecutivo.
· Sin embargo, a la par que se muestra “consternado” por el déficit primario, y dispuesto a asumir los costos políticos necesarios para reducirlo, no pareciera preocuparle el ensanchamiento del pago de intereses; por lo tanto, este punto se convierte en el aspecto pendiente del Palacio de Hacienda.
· Si bien es comprensible que no se puedan atacar todos los frentes a la vez, la ausencia de metas explícitas en esta arista, junto con un endeudamiento en constante crecimiento, abren interrogantes acerca de qué importancia reviste acotar esta variable para el gobierno.
· Por lo tanto, 2017 puede ser un adelantamiento de lo que vendrá: un déficit primario en retroceso, conviviendo con una carga de intereses que se agranda.
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