¿Por qué nos sigue resultando tan difícil lograr cierta objetividad en el vínculo con el Sumo Pontífice?:­ La Argentina desconfía de Francisco­

Dom 25/12/16 .- En este año que está por comenzar sería interesante no ponerse a la defensiva, no dudar de la tarea apostólica del Santo Padre, no mezclar los ámbitos de análisis y no sobredimensionar ni banalizar con lecturas políticas todo lo que hace Por Pablo S. Otero

¿­Por qué a los argentinos la relación con el Papa nos sigue resultando difícil? ¿Por qué se torna tan complicado tener cierta objetividad a la hora de definir ese vínculo con el argentino más importante de la historia?­ Dos cuestiones podrían ayudar a despejar dudas, prejuicios y errores.­

En primer lugar, la idiosincracia del ser argentino tiene peso propio e influye a la hora de tomar una posición objetiva. Se pudo observar a lo largo del año que termina una incomprensión hacia la figura del Sumo Pontífice y su accionar, donde todo siempre tiene que ser blanco o negro anteponiendo lo personal subjetivo a la realidad objetiva.­

Si en la primera reunión en febrero de este año, el Papa no sonrió en la foto con el presidente Mauricio Macri, Jorge Bergoglio es antimacrista, no importa que dos meses después, en una entrevista periodística, haya dicho que “Macri es un bien nacido» y que no tenía ningún problema con él.­

En el segundo encuentro de octubre, sonrió más pero… le envió un rosario a Milagro Sala. Los elogios papales a la ministra de Desarrollo Social y a la gobernadora bonaerense por su “sensibilidad social”, quedaron opacados por las visitas de Zaffaroni al Vaticano.­

En un video grabado especialmente, Francisco dijo que «sigue siendo argentino» y que todavía viaja “con pasaporte argentino” y por si no se entendió el mensaje -que está  más allá de toda ideología política por más que la tenga- exhortó al país a madurar. Pero se sigue dudando porque recibe a la Procuradora Gils Carbó o por qué dice que en 2017 no visitará la Argentina.­

¿Cómo entender esta actitud de una parte de los argentinos y de algunos formadores de opinión que abonan una realidad sesgada, y todo lo analizan desde una perspectiva política, desvirtuando la faceta más importante de un Papa como es la espiritual? Al mezclar todo, siempre se vuelve mediocre lo importante.­

“El argentino es un hombre a la defensiva», escribió Ortega y Gasset allá por 1929 tras una visita a nuestro país. En palabras del filósofo espa¤ol, el argentino, en esa época y ante el importante crecimiento de la inmigración, quería para él un futuro soberbio.

Pero la altanería, ayer y hoy, tiene inconvenientes: Cuánto mayor es la distancia entre lo que queremos ser y lo que somos nos quedamos viendo el proyecto y nos olvidamos de cumplirlo y creemos que ya somos perfectos. “No hay manera más cierta de no mejorar que creerse óptimo». Dentro de esta teoría ortegueana, cuando los triunfos reales no llegan, el argentino duda de sí mismo y adopta el hábito de `aventajarse en forma violenta’.­

En definitiva, a los argentinos muchas veces nos cuesta aceptar el éxito y la virtud ajena’, y ante las diferencias o la incomprensión, como defensa, enseguida dividimos aguas, creamos grietas, dudamos y caemos en la eterna dicotomía amigo-enemigo.­

JESUITA DE ALMA­

En segundo lugar, resulta prudente y necesario entender la mentalidad de un jesuita, porque Bergoglio es argentino pero también tiene una fuerte educación jesuita, una formación de alma, que siempre lo llevó a la acción.­

El fundador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola, allá por 1547 en una carta a los jóvenes estudiantes de Coimbra les recomendaba: «Miren a las personas que los rodean y tomen conciencia de que ellos son imagen de la Santísima Trinidad. Ellos tienen potencial para dar gloria a Aquel a quién esté  sujeto el Universo».­

¿Qué significa esto? Que todas las personas son hijos de Dios y pueden llegar a ser buenos cristianos. Al respecto un esclarecedor ejemplo brindado por San Brochero, el cura gaucho, canonizado por Francisco.­

José Gabriel del Rosario Brochero forjó una auténtica amistad con Santos Guayama, el ex lugarteniente de Felipe Varela y Chacho Peñaloza. Un gaucho mítico odiado por los unitarios y que el mismo Sarmiento le había puesto precio a su cabeza. El legendario montonero era un prófugo de la ley y estaba acusado de asesinato y robo. Conocido como un bandolero popular, muchas veces robaba a los ricos para dárselo a los pobres, lo que le creó una imagen cercana a la adoración entre los suyos.­

Hacia 1877, Brochero estaba decidido a lograr un indulto del Gobierno para Guayama y acercarlo al cristianismo. En uno de los encuentros que ambos tuvieron lo invitó a su Casa de Ejercicios Espirituales y le prometió que hablaría con las autoridades. Los tiempos no le alcanzaron. El gaucho fue apresado por las autoridades y asesinado en 1879. Cuando se enteró Brochero lloró y escribió: «De Guayama se dice que era muy malo, pero para mí era un manso cordero y muy buen amigo».­

CONCLUSION­

En este año que está  por comenzar sería interesante no ponerse a la defensiva, no dudar de la tarea apostólica del Santo Padre, no mezclar los ámbitos de análisis y no sobredimensionar ni banalizar con lecturas políticas todo lo que hace. En sintonía con el mundo se torna imprescindible priorizar y valorar su liderazgo espiritual. “Con sus palabras y acciones -le dijo el presidente de Estados Unidos Barack Obama- usted estableció un profundo ejemplo moral y ayuda a experimentar aquellas molestias que surgen cuando contemplamos la distancia entre la forma en que conducimos nuestras vidas y lo que sabemos que es verdad y correcto».­

Fuente:La Prensa

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