Cambios en el régimen de compras puerta a puerta desde el exterior reaniman el debate Apertura comercial: ¿mucho, poquito o nada?

Lun 01/08/16 .-En la última semana se implementaron cambios en el régimen de compras al exterior puerta a puerta (PaP). La anterior modificación del esquema aplicada en enero de 2014 buscaba reducir la salida de dólares. En ese entonces, se añadió un impuesto equivalente al 50% del monto de la compra y la obligación de llenar tediosos formularios (barrera para arancelaria empleada por el gobierno anterior).Además, en línea con la política comercial reinante, se impidió la compra de productos que previo a su ingreso necesitaran la aprobación de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (textiles, calzados, juguetes, etc.).

Con la reciente modificación, las compras puerta a puerta serán más simples. No sólo se eliminó la restricción que recaía sobre algunos productos en particular, sino que además se amplió la cantidad de adquisiciones que una persona puede realizar por año (pasando de dos a cinco) y se fijó un nuevo tope de US$ 1.000 dólares por envío. Por último, se estableció un máximo de tres unidades del mismo artículo por compra, a fin de evitar operaciones con fines comerciales.

Si bien la nueva normativa fue bien recibida por parte de la sociedad, despertó dudas en los sectores cuya producción depende del mercado interno. Estos entienden que, en la medida que el régimen de compras puerta a puerta se expanda, sus ventas y producción podrían verse afectadas poniendo en riesgo miles de puestos de trabajo.

Más allá de que los cambios que permite la nueva resolución no sean suficientemente profundos como para poner en riesgo real a las empresas de sectores como la electrónica o el textil (incluso si las compras puerta a puerta volvieran a niveles como el observado en 2012, máximo de la serie, no lograrían superar el 5% de las importaciones totales) la discusión pone de manifiesto la necesidad de establecer claramente qué tipo de política comercial se llevará adelante en los próximos años. Saber hacia dónde se dirige dicha inserción es relevantes para determinar qué pasará con la inversión y el empleo en los sectores que compiten con las importaciones.

 

Política comercial en tiempos de distensión de la restricción externa

Lo primero que debe mencionarse para entender la política comercial actuales que, a diferencia de lo ocurrido entre 2011 y 2015, la restricción externa no se presenta como un limitante al crecimiento en el corto plazo. La entrada de divisas por la salida de la cosecha gruesa en conjunto con los préstamos financieros obtenidos y los dólares que provendrán del blanqueo alcanzarían a cubrir la demanda de importaciones incluso si se produce una recuperación significativa del nivel de actividad en los próximos meses.

Dado este contexto, se entiende que el esquema de protección comercial del nuevo gobierno haya cambiado. Ya no se busca frenar el ingreso de bienes que demandan una gran cantidad de divisas, sino que el foco está puesto sobre la protección a industrias trabajo-intensivas, incapaces de competir con productos importados con atraso cambiario (salarios en dólares altos). Bajo esta lógica se debería proteger sectores sensibles como el textil, calzado, marroquinería, juguetes, mientras se libera el comercio de bienes capital- intensivos,  claves para apuntalar la inversión y generar nuevos puestos de trabajo.

El gobierno de Macri sustituyó el régimen de las DJAI objetado por la OMC, por el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI). Pese a que bajo el nuevo esquema la mayor parte de las compras externas se liberan, éste incluye 1.471 posiciones arancelarias bajo Licencias No Automáticas (LNA) que representaron aproximadamente 20% del total importado en 2015.Para establecer qué coincidencia existe entre la política comercial que el gobierno comunica y lo que efectivamente sucede, es necesario preguntarse qué tipo de productos se protegen con LNA y cómo evolucionaron las importaciones de estos bienes.

Como vemos en la tabla las LNA efectivamente protegen sectores sensibles que generan puestos de trabajo en el país.

Sin embargo, al comparar la evolución de las compras al exterior entre ambos grupos, éstas no difieren sustancialmente. Por caso, en el primer semestre del 2016 el valor de las importaciones bajo licencias automáticas cayeron un 6% i.a., mientras que las que permanecen dentro del esquema de LNA retrocedieron sólo un 4% i.a. Es decir, el valor de las importaciones protegidas bajó menos que las no protegidas en lo que va del año.

Considerando que una gran parte de la mejora en la competitividad alcanzada tras la salida del cepo se erosionó, es lógico que estas variaciones en productos importados enciendan luces de alerta en las industrias trabajo-intensivas. Dado que el salario es un componente muy alto en sus costos, a las mismas les es imposible competir libremente con las mercancías producidas en países con salarios en dólares bajos.

De hecho, en los últimos meses se observó una aceleración de las importaciones en industrias sensibles. Por caso, en el segundo trimestre las importaciones textiles treparon 11% i.a., las de juguetes 45% i.a., y tanto las de calzado como las de marroquinería 47% i.a. A esto se suma la preocupación de que el nuevo esquema de compra puerta a puerta sea la punta de lanza de un nuevo proceso de apertura comercial indiscriminada.

De todas maneras, es probable que parte del avance de las importaciones que se observó a lo largo del año respondan a las DJAI autorizadas de una vez al asumir la nueva gestión en la Secretaría de Comercio. Es que, al llegar al gobierno, el nuevo equipo económico aprobó un porcentaje significativo de las DJAI existentes lo que le otorgó a los importadores seis meses para ingresar las mercaderías solicitadas, periodo que venció en junio. Es decir, la aprobación de las DJAI permitió a muchos importadores ingresar bienes al país que actualmente tienen LNA.

En suma, la pérdida de competitividad externa más el repunte de importaciones en sectores sensibles durante en el segundo trimestre junto a los recientes cambios en el régimen de compras externas PaP volvieron a sembrar dudas respecto del gradualismo de la apertura comercial ensayada.

En este sentido sería deseable que el gobierno despeje la incertidumbre/desconfianza que existe sobre este tema, ratificando su accionar en la materia y mostrando en el segundo semestre que las LNA efectivamente protegen a las empresas locales sensibles ante la competencia externa.

Apertura comercial: trade offentre lucha contra la inflación y empleo

Una apertura indiscriminada de las importaciones contribuiría en la lucha del gobierno contra la inflación. La entrada de productos a bajo costo desde el extranjero actuaría como un freno real al poder de fijación de precios existente en mercados oligopólicos. A la vez, que el ingreso de mercancías a menor costo que las producidas internamente ayudaría a estabilizar el nivel de precios (si suponemos que los mismos son inflexibles a la baja).

Pero, una liberalización del comercio exterior sería nociva en términos de empleo y actividad. Imposibilitados de competir, diversos productores deberían cerrar sus puertas incrementándose la tasa de desocupación como sucedió durante la convertibilidad. Cabe destacar que, si bien parte de los trabajadores podría ser absorbido por otras actividades, difícilmente esto suceda para la totalidad de los mismos.

Asimismo, diversos emprendedores que hicieron inversiones en los últimos años proyectando una protección al mercado interno (ya sea por un tipo de cambio real competitivo o por medidas de administración del comercio) verían en peligro sus negocios, frenando cualquier tipo de aporte de capital.

La protección comercial implica un traspaso de recursos desde los consumidores (que se ven obligados a pagar un bien a un precio mayor al internacional) a los productores locales (generadores de empleo). Existe entonces un claro trade offentre empleo y nivel de precios (contracara del salario real)que cualquier gobierno debe manejar. La historia económica argentina muestra que ni la apertura indiscriminada ni el aislamiento internacional es la respuesta correcta a este dilema. ¿Podrá el gobierno electo romper el péndulo Argentino alcanzando una inserción comercial estratégica?

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