Brasil busca retomar el crecimiento

Las noticias que llegan desde Brasil no son muy alentadoras. La actividad prácticamente se estancó (creció 0,8% i.a. en el primer trimestre de 2012), al tiempo que desde marzo el Real se devaluó 15% en relación con el Peso. Por su parte, la producción industrial se encuentra por debajo del máximo alcanzado a mediados de 2010 y el consumo sigue aumentando pero a un menor ritmo debido al menor dinamismo del crédito. Así, el modelo de tasas altas para contener la inflación y atraer capitales externos generó una apreciación cambiaria que desembocó en la actual recesión industrial, primarización de las exportaciones y abaratamiento de las importaciones.

Los primeros intentos para impulsar el crecimiento se concentraron en estímulos al sector fabril, como reducción de impuestos, créditos blandos y otros beneficios, pero éstos no alcanzaron a compensar la pérdida de competitividad cambiaria.
Sin embargo, la persistente desaceleración del crecimiento hizo virar la prioridad hacia el sostenimiento de la actividad mediante una estrategia con menores tasas de interés de referencia y un Real más depreciado.
En menos de un año se redujo la tasa de interés de referencia de Brasil (SELIC) de 12,5% en julio de 2011 al mínimo histórico de 8,5% a fines de mayo, con el objetivo, además, de ejercer presión sobre los bancos privados para que recorten el elevado costo de financiamiento.
Además, las menores tasas de interés impactaron negativamente sobre el ingreso de capitales externos lo que generó, junto con la mayor intervención del Banco Central y la inestabilidad financiera por la situación europea, que el Real perfore, por primera vez en tres años, la barrera de los 2 R$/US$.
Si bien se espera que el crecimiento de la economía brasileña sea acotado este año, las medidas implementadas por las autoridades apuntan a corregir los desequilibrios macroeconómicos que dañaron el crecimiento. Es posible que la recuperación comience en el segundo semestre, pero lo más probable es que recién en 2013 se cosechen los frutos de la nueva política económica.

La transición económica de Brasil

Las noticias que llegan desde Brasil no son muy alentadoras. La actividad prácticamente se estancó, al tiempo que desde marzo el Real se devaluó 15% en relación con el Peso. Estos elementos son preocupantes para la Argentina si se considera que Brasil concentra 21% de nuestras exportaciones totales, y cerca de 40% de las manufacturas industriales.
La actividad económica del país vecino es efectivamente un foco de preocupación. El PBI brasileño muestra señales de estancamiento desde mediados del año pasado (en el primer trimestre de 2012 creció sólo 0,8% i.a.), al tiempo que la producción industrial se encuentra por debajo del pico de producción alcanzado a mediados de 2010. El consumo sigue aumentando pero a un menor ritmo, ya que el crédito –pilar del gasto de las familias– perdió dinamismo en un contexto de aumento de la morosidad de los préstamos personales.

A grandes rasgos, podría decirse que el modelo de tasas altas para contener la inflación y atraer capitales extranjeros terminó generando –en un mundo de elevada liquidez y tasas históricamente bajas– una apreciación cambiaria que desembocó en la actual situación de recesión industrial, mayor primarización de las exportaciones y abaratamiento de las importaciones.
A principios de 2011 la flamante Presidente de Brasil ratificó el objetivo de controlar la inflación por sobre la pérdida de competitividad cambiaria, aplicando una política monetaria contractiva (suba de tasas de interés). Sin embargo, por la persistente desaceleración del crecimiento y el aumento de la morosidad (por el encarecimiento del crédito), la preocupación viró rápidamente hacia el sostenimiento del nivel de actividad.
Inicialmente los intentos para impulsar el crecimiento se concentraron en estímulos al sector fabril (reducción de impuestos, créditos blandos y otros beneficios) pero éstos no alcanzaron para reactivar la industria brasileña.
Dilma Rousseff percibió el agotamiento del modelo económico que impulsó a Brasil en la última década y comenzó a instrumentar un giro de política económica hacia una estrategia de crecimiento con menores tasas de interés de referencia y un Real más depreciado.

El giro en la política económica

La apuesta de las autoridades vecinas al viraje en la política económica fue arriesgada y cosechó varias críticas; diversos analistas argumentaron que se dejaba de lado la estabilidad de precios y la atracción de capitales, pilares del crecimiento sostenido de la última década.
En menos de un año la tasa de interés de referencia de Brasil (SELIC) pasó de 12,5% en julio de 2011 al mínimo histórico de 8,5% a fines de mayo. Además, se revirtieron las medidas macro prudenciales que se habían introducido para contener la inflación, como la suba de encajes y desincentivos al crédito con destino al consumo.
Con la baja de tasas el Gobierno busca ejercer presión sobre los bancos privados para que recorten el elevado costo de financiamiento a las familias y empresas (en algunos casos similares a los de Argentina). Pero hasta ahora las entidades no tradujeron el menor costo de fondeo a tasas activas más bajas y están restringiendo el crédito, por el temor al aumento de la morosidad crediticia.
Estos temores provienen del aumento en el nivel de endeudamiento de los hogares que se registró tras varios años de fuerte expansión del crédito por encima de los ingresos de las familias. De hecho, a principios de 2005 las deudas con entidades financieras representaban menos del 20% de la renta de las familias, pero se estima que ese ratio orilla el 30% en la actualidad.
El problema del racionamiento del crédito es que el dinamismo del gasto que depende del financiamiento se resiente, profundizando la desaceleración de la actividad económica.
El sector automotor es un claro ejemplo. Debido a los niveles récord de morosidad alcanzados, las entidades financieras sólo están dispuestas a financiar a los clientes con elevada solvencia. Pero una parte importante de la demanda proviene de la nueva clase media (sectores de ingresos medios–bajos) que sólo puede comprar autos a través del crédito.
De todas formas, los estímulos oficiales recientemente anunciados para potenciar las ventas de automóviles (menores impuestos sobre las operaciones financieras) son una buena noticia para el sector y en particular para la Argentina, pues Brasil concentra casi el 80% de nuestras exportaciones de 0 km.
Aún no está claro si el nivel de endeudamiento de los hogares alcanzó un techo o si la morosidad dejará de crecer, pero el fuerte recorte de tasas llega en el momento justo para apuntalar el crédito, pilar de la expansión del consumo. Sin embargo, los bancos todavía están esperando a que aclare el panorama.
Además, si bien una menor tasa de interés baja el costo de fondeo local, también impacta negativamente el ingreso de capitales externos, la otra fuente importante de recursos de las entidades financieras. De hecho, en los últimos meses los flujos de capitales hacia Brasil vienen reduciéndose fuertemente.
Este menor flujo de dólares financieros, en conjunto con una mayor intervención del Banco Central (apuntaló la demanda de divisas), ayudó a revertir la apreciación cambiaria. El aumento la inestabilidad financiera internacional, derivada de la situación europea, explica por qué en mayo el Real logró perforar, por primera vez en tres años, la barrera de los 2 R$/US$.

Vale destacar igualmente que cuando el Real alcanzó los 2,1 R/US$, la autoridad monetaria pasó a vender reservas. Esto sugiere que estaría “cómodo” con una cotización en torno de los 2 Reales, en su fino equilibrio entre recuperar competitividad cambiaria y contener las presiones inflacionarias. De todas formas, el Real se devaluó 25% frente al Dólar en el último año, lo que corrige buena parte de su atraso.
Si bien se espera que crecimiento de la economía brasileña sea acotado este año, las medidas implementadas por las autoridades apuntan a corregir los desequilibrios macroeconómicos que dañaron el crecimiento. Es posible que la recuperación comience en el segundo semestre, pero lo más probable es que recién en 2013 se cosechen los frutos de la nueva política económica.

Fuente:Ecolatina.
Director Economista: Marco Lavagna.

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