Pequeños grandes síntomas del atraso cambiario y cómo se manifiestan en la vida cotidiana de los argentinos

Viern 13 12:00 hs.-Poder ahorrar más dólares, vacacionar en el exterior, tener lo último en tecnología y hasta disfrutar de un show internacional sin que «lastime» tanto el bolsillo. Estos gustitos, entre otros, ahora están más al alcance de los argentinos. Pero hay riesgos que asoman detrás de esta nueva realidad.

Luego de haber escuchado a la Presidenta criticar, en su acto de reasunción, al «club de los devaluadores», hoy parecen muy lejanos en el tiempo aquellos días en los cuales muchos funcionarios del Gobierno se jactaban de que uno de los pilares del modelo económico era el «tipo de cambio competitivo».

Parece que fue hace mucho. Pero el «mucho» en Argentina, suele ser un puñado de años. No más. Repasando el archivo reciente resulta muy fácil toparse con decenas de hombres K que defendían con uñas y dientes la política del dólar alto o, lo que es lo mismo, la de salarios bajos medidos en moneda estadounidense.

Es que esa era justamente la «pócima» que -a su entender- permitía que el «Made in Argentina» se instale con fuerza en el mundo y protegía al país de cuanto artículo importado «ose» desembarcar en el mercado.

Lo llamativo es qué rápido cambió todo. Cómo lo que antes era un buen síntoma hoy es malo y cómo -en la práctica- la «fórmula» para crecer fue mutando para ser hoy exactamente al revés de la planteada inicialmente.

¿Qué pasó en el medio? Posiblemente, la respuesta se encuentre en haber «abusado» de la inflación que hoy se busca moderar. Y del dólar.

De la primera, porque se usó como moneda de pago para que el país logre tasas chinas de crecimiento. Para que la sociedad opte por consumir, al ser un mal negocio quedarse con pesos en la mano.

Del segundo, porque tuvo que ejercer su rol de «ancla» para que los precios de los bienes y servicios suban pero sin que se desmadren.

Así, la Argentina fue creciendo «alocadamente»:

• Con una inflación trepando tres veces por encima del alza del billete verde (22% vs. 8%).
• Con un aumento de salarios promedio casi cuatro veces superior al incremento de la divisa (28% vs. 8%).

Ahora, el Gobierno trata de frenar esta vorágine, conciente de que aquella ventaja competitiva se fue erosionando hasta prácticamente haber desaparecido.

Tal es así que en el comparativo entre monedas, dólar vs. peso, descontando la inflación de ambos países – el 2012 encuentra nuevamente a la Argentina en su regreso al polémico 1 a 1 (ver nota: Finalmente llegó el día: volvió el «1 a 1» a la Argentina y crece preocupación de empresarios por el atraso cambiario).

Los empresarios ya se muestran preocupados porque saben que este año concluirá, incluso, por debajo de esa paridad. Pero no son los únicos que observan las consecuencias de esta nueva realidad.

La mayoría de los argentinos lo notan en cuestiones de la vida cotidiana. Una de ellas, por ejemplo, es cómo se han equiparado aceleradamente los costos de veranear en la costa Atlántica, en comparación con hacerlo en Brasil e incluso el Caribe.

El concepto de que el dólar quedó barato se fue extendiendo en la sociedad y hoy resulta ser una frase comúnmente escuchada. En tanto, los analistas escépticos echan mano a una serie de indicadores para probar que el temido atraso cambiario ha regresado o -en el mejor de los casos- que está a la vuelta de la esquina.

Tablero Indicador
Por lo pronto, crecen las señales de preocupación en el empresariado.

Las importaciones de productos industriales han superado a las exportaciones en u$s25.000 millones en 2011 y la tendencia es que la brecha se amplíe, según advierten las consultoras.

Los salarios en esta rama de actividad vienen creciendo en dólares a un ritmo del 18% anual. Y tanto los economistas como los empresarios temen que ya no haya margen para que tal suba continúe.

Otro indicador que suele gozar de amplia repercusión es el célebre índice Big Mac que realiza el centro de investigación de la prestigiosa revista The Economist.

El mismo marca que desde 2005 a la fecha, mientras la hamburguesa se encareció 33% en los Estados Unidos, en la Argentina lo hizo casi un 200%, superando incluso a países que han revaluado mucho su moneda local, como es el caso de Brasil.

Y el cómo el dólar quedó retrasado frente al peso queda en evidencia también en otros indicadores no tradicionales, como por ejemplo en que la iPad2 -un artículo que llega a distintas capitales del mundo desde el mismo país de origen- es más cara en Argentina que en cualquier lugar del mundo, a excepción de Brasil, fenómeno del que diera cuenta iProfesional.com.

Este último caso es un claro indicio de que no sólo el país aplica altos impuestos a la importación sino que, además, ostenta una elevada carga de costos internos en la cadena comercial, medidos en dólares.

En primera fila
Pero la muestra más evidente de que los argentinos están nuevamente viviendo una época de dólar barato y “plata dulce” se refleja en cómo han cambiado las pautas de consumo.

Los ejemplos simples de la vida cotidiana se multiplican. Sin ir más lejos, ha causado asombro que Roger Waters, el ex líder del legendario grupo Pink Floyd haya agotado las entradas para nueve funciones que dará en marzo en el estadio de River Plate (es decir, 450.000 localidades) a un precio promedio que supera los u$s100.
Algunos funcionarios observan esta situación como un síntoma de bonanza económica. En tanto, varios analistas lo ven como una señal de alerta.

Argumentan que sería imposible que “The Wall” tuviese semejante demanda con un tipo de cambio que haya crecido a la par de la inflación y de las subas salariales, tal como también lo admiten los propios organizadores del espectáculo.

• Hoy, una entrada representa el 12% de un salario promedio (u$s1.100).
• Hace tres años, ver un espectáculo de este tipo significaba un 19%, tal como sucedió con Madonna.

Y la comparación resulta más elocuente si se va más atrás en el tiempo.

• En 2005, el ticket más caro para ver a Lenny Kravitz, representaba el 40% del sueldo medio de aquella época.
• Ahora, la mejor ubicación para Roger Waters se redujo a un 27% del salario.

Otra vez ricos en dólares
No terminan ahí los síntomas del atraso cambiario (siempre teniendo en cuenta el concepto de “atraso” en comparación con la suba de precios y salarios en el mercado doméstico).

Hay otros rubros clásicos que muestran cómo aumentó el poder adquisitivo para hacerse de productos que siguen al dólar, como puede ser el caso de los LCD o los autos importados.

En relación a los televisores, cabe destacar que si bien buena parte de la oferta interna corresponde a productos ensamblados en Tierra del Fuego, el grueso de los componentes proviene del exterior.

Otro rubro que típicamente “explota” cuando los argentinos se sienten con más dólares en el bolsillo es el de los viajes fuera del país. Ya son cinco millones quienes han elegido vacacionar frontera afuera y gastar unos u$s4.000 millones anuales.

Y tienen sobradas razones para elegir esos destinos: un paquete “all inclusive” de una semana en Punta Cana cuesta menos de dos sueldos promedio, mientras que hace cinco años había que desembolsar cuatro salarios de aquel momento.

Al respecto, según un reciente relevamiento realizado por iProfesional.com, por el atraso cambiario, aquellos turistas que decidieron contratar paquetes de veraneo en noviembre, pudieron encontrar opciones en el exterior más económicas que en la plaza doméstica (azotada por la inflación real), sin resignar comodidades de ningún tipo.

Especialmente las parejas sin hijos, dado que, cuantos más miembros tenga la familia, más hay que desembolsar en concepto de pasajes.

Así, para este verano 2012, quien contrató un paquete de 15 días por Cuba y Costa Rica debió erogar menos que si hubiera optado por alquilar una casa en una playa “top” local, como Cariló, durante dos semanas.

El siguiente cuadro marca las diferencias de precios a la hora de veranear fronteras afuera:

Otro indicador claro de esta situación es el de los gastos con tarjetas de crédito: el saldo nominado en dólares es de 180 millones, una cifra que supera en un 50% al 2010, que a su vez había superado en 34% al de 2009.

Las estadísticas también dan cuenta de que la salida de argentinos actualmente crece a una tasa anual (21%) que está muy por encima de la de turistas que llegan al país (13%).

Efectos colaterales
Como siempre, a la euforia inicial que provoca la suba de salarios en dólares le siguen los primeros síntomas de preocupación por el “lado b” de esta realidad. Es decir, por los efectos negativos de esta nueva situación.

Uno de los más evidentes es el de la cotización de los inmuebles, ya que el metro cuadrado no para de crecer, empujados por un alza en los valores de los costos de la construcción.

En 2011 la suba fue de un 11% anual para los departamentos usados y de 14% para las unidades a estrenar.

En tanto, los precios pueden superar holgadamente los u$s3.000 dólares en los barrios más cotizados de Buenos Aires, como Puerto Madero, Las Cañitas o Recoleta.

Pero hay más señales negativas en esta economía argentina cara en dólares, y tienen que ver con ciertas actividades a las que se les hace cuesta arriba seguir funcionando.

Entre ellas, se ubica la exportación de servicios profesionales. Y un caso paradigmático se encuentra en los call centers.

En los primeros años del gobierno k se había transformado en un polo de atracción de firmas que ofrecían sus servicios de atención al cliente desde el país hacia otras latitudes. El sector llegó a emplear unas 75.000 personas en 2007.

Pero, conforme los sueldos argentinos se fueron encareciendo, las compañías comenzaron a emprender su retirada.

Así, en los últimos tres años este sector perdió casi 20.000 puestos y prácticamente ya no quedan compañías que se dediquen, exclusivamente, a prestar servicios al exterior.

Y no es el síntoma más grave. Porque el abaratamiento de ciertos productos importados tiene -como contrapartida- el encarecimiento relativo de otros insumos básicos, como la carne, que cayó a su consumo per cápita más bajo de los últimos 50 años.

Paradojas de la Argentina de estos días, que ostenta récords de ventas de autos, de viajes al exterior y de shows de artistas internacionales, mientras que el “asadito del domingo” comienza a percibirse como un artículo de lujo.

Finalmente, hay otro indicador del atraso cambiario que se expresa con una contundencia singular: los argentinos compraron durante el año que terminó más de 22.000 millones de billetes con la carita de Washington, convencidos de que “harán negocio” al adquirir barato algo que -tarde o temprano- subirá de precio

Por Fernando Gutierrez
Fuente:INFOBAE

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