Hay riesgo de estrangulamiento externo. La crisis financiera internacional provoca tanto una desaceleración en el crecimiento global como una caída en el precio de las commodities. Por otra parte, no podría repetirse un nivel de dolarización de portafolios como la de este año sin implicancias cambiarias.
En cuanto a los riesgos internos, uno de los nudos más complicados de enfrentar es la nominalidad ascendente. Acotar la pauta salarial, con expectativas de inflación en torno de 25%, podría traer conflictos aparejados.
Existen también importantes oportunidades de cara al futuro. El fuerte apoyo político y social del Gobierno le otorga al Ejecutivo un amplio margen para tomar las medidas necesarias para enfrentar los desafíos por delante. Los avances en la reducción de subsidios van en esa dirección.
Así, el contexto internacional y el capital político del Gobierno son propicios para llevar a cabo el plan de convergencia nominal que permitan morigerar la demanda de dólares.
La conjunción de un contexto mundial complejo e incierto, con políticas internas más restrictivas, hace imposible repetir “tasas chinas” de crecimiento.
Sin embargo, Argentina puede aspirar a un avance moderado en 2012, lo que sería un buen resultado en el contexto actual. Alcanzar esta tasa de expansión del PBI no será sencillo: un recrudecimiento de la crisis Europea o un desacierto de política económica pueden derivar en el estancamiento de la actividad local.
El balance cambiario seguirá apretado, esperamos que el gobierno limite las importaciones para mantener elevado el saldo comercial. El problema es que es muy difícil restringir las compras externas sin afectar al nivel de actividad (80% de las mismas intervienen en el proceso productivo). Trabar la fuga de capitales tampoco está exento de costos (por ejemplo, el desaliento de la inversión).
Por todo lo mencionado, esperamos que el PBI crezca poco más de 3% en 2012. Esta tasa puede parecer magra respecto de años anteriores pero alcanza para mantener a raya el desempleo ya que se generarían los puestos de trabajo suficientes para absorber la entrada de nuevos trabajadores al mercado laboral.
Riesgos y oportunidades
A diferencia de años anteriores, las perspectivas de 2012 no son tan alentadoras, dados los numerosos riesgos y desafíos que la economía tiene por delante: caída del precio de la soja, depreciación del real, estancamiento mundial y desequilibrios acumulados. De todas formas, también existen importantes oportunidades que no se deberían desaprovechar.
La Argentina creció fuertemente en los últimos años y, más importante aún, logró mejoras en los indicadores sociales. Sin embargo, está cerrando 2011 con dos problemas centrales, que se potencian entre sí: una descoordinación entre del crecimiento de las distintas variables nominales de la economía y una creciente escasez de dólares.
El primer problema se evidencia al ver que las variables fiscales, monetarias y de ingresos crecen en torno de 25%-30% i.a. mientras que el tipo de cambio se acota a 5%-10% i.a. Esto permitió -aunque no fue la única razón- que el consumo (78% del PBI) registre tasas sostenidas de expansión. Sin embargo, también provocó que se abaraten los bienes y servicios del exterior y que se genere la percepción de que el dólar está barato, incentivando la demanda de divisas (comerciales y financieras)
En este marco, los shocks externo (profundización de la crisis internacional) e interno (incertidumbre preelectoral) exacerbaron la compra de divisas por parte del sector privado, presionando a la baja las reservas internacionales. Este año no se pudo replicar la estrategia de 2010, cuando el BCRA acumuló US$ 4.000 millones pese a cancelar los vencimientos de la deuda pública. Durante 2011 en cambio, el stock de reservas muestra una caída en torno de US$ 7.000 millones.
Así, de cara al 2012, el riesgo de estrangulamiento externo no es menor: la crisis financiera internacional provoca no sólo una desaceleración en el crecimiento global sino también una caída en el precio de las commodities ante la revaluación del dólar. Por caso, la soja (25% de las exportaciones) se ubica hoy 23% por debajo de los valores del primer trimestre y Brasil (21% de las ventas externas) se estancó y su moneda se devaluó 13% en lo que va del año.
Además, en un enrarecido clima externo será más difícil captar dólares del exterior (tanto por parte del sector público como del sector privado) teniendo que recurrir a las reservas para cancelar los vencimientos con acreedores privados –estimamos US$ 6.500 M- y haciendo más “dañina” la fuga de capitales: por caso, no podría repetirse un nivel de dolarización de portafolios como la de este año sin implicancias cambiarias. A los riesgos de los flujos se le suma que el actual stock de reservas ya no alcanza para cubrir la base monetaria al tipo de cambio oficial.
En cuanto a los riesgos internos, quizás el nudo más complicado de atacar es la nominalidad ascendente. Acotar la pauta salarial, con expectativas de inflación en torno de 25% y subas en las facturas de luz, gas y agua, podría traer conflictos aparejados. Otro riesgo importante proviene del sector energético: la creciente dependencia de las importaciones de insumos energéticos hace que una parte cada vez mayor de las compras externas no sean “variable de ajuste”.
De todas maneras, y pese a que el panorama luce desmejorado, existen también importantes oportunidades de cara al futuro.
En primer lugar, el fuerte apoyo político y social del Gobierno, ratificado en las urnas, le otorga al Ejecutivo un amplio margen para tomar las medidas necesarias para enfrentar los desafíos por delante. Los recortes de subsidios y los primeros indicios de una moderación en la pauta de incremento salarial –dos medidas afectan los ingresos de los agentes- dan cuenta de eso.
Los avances en la reducción de subsidios –por ahora concentrados en sectores de alta rentabilidad y barrios de elevado poder adquisitivo- representan una buena oportunidad para alinear el crecimiento de los recursos con el de los gastos, y recomponer el equilibrio fiscal, importante pilar del crecimiento de los últimos años. Una reducción de la brecha en pesos además facilita la tarea de coordinar los agregados monetarios: en los últimos dos años el sector público explicó el 44% del crecimiento de la base monetaria, que trepó a razón de 33% anual.
Por otra parte, el recorte de subsidios es un avance no sólo en la equidad sino también en la valoración marginal de los servicios: un menor crecimiento de la demanda de energía reduciría la distancia entre la oferta y la demanda que debe ser cubierta por importaciones. Asimismo, si el dólar sigue revaluándose, también podría reducirse el precio internacional de esos insumos.
En tanto, en un mundo complicado, donde el desempleo supera 10% en la Eurozona (casi 3 p.p. más que en 2007) y 9% en Estados Unidos (el doble que en 2007), resulta más viable encauzar las demandas salariales para coordinar las variables nominales. En otras palabras, como el objetivo principal será preservar el empleo, pasará a un segundo plano recomponer los salarios reales como en 2011.
En síntesis, el contexto internacional y el capital político del Gobierno son propicios para llevar a cabo el plan de convergencia nominal (recomponer el superávit perdido, acotar las demandas salariales, moderar los agregados monetarios) que permitan morigerar la demanda de dólares.
Menor crecimiento en 2012
La conjunción de un contexto mundial complejo e incierto, con políticas internas más restrictivas hace imposible repetir tasas chinas de crecimiento. Sin embargo, Argentina puede aspirar a un avance moderado en 2012, lo que sería un buen resultado en el contexto actual.
Vale destacar igualmente que alcanzar esta tasa de expansión del PBI no será sencillo. Un recrudecimiento de la crisis Europea o un desacierto de política económica pueden derivar en el estancamiento de la actividad local.
Como ya mencionamos el primer limitante que encuentra la economía Argentina es el creciente deterioro de las condiciones externas. En este contexto es poco probable que nuestras exportaciones crezcan respecto de 2011, ya que será más difícil colocar productos industriales en el exterior y cayó el valor de la cosecha agrícola. Por ejemplo, un retroceso de US$100 en el precio de la soja redunda en una disminución en el valor de la cosecha por US$5.000 M.
Dado que el balance cambiario seguirá apretado, esperamos que el gobierno limite las importaciones para mantener elevado el saldo comercial. El problema es que es muy difícil restringir las compras externas sin afectar al nivel de actividad, ya que 80% de las mismas intervienen en el proceso productivo. Trabar la fuga de capitales tampoco está exento de costos (por caso desaliento a la inversión).
En el plano interno, varias cuestiones quitarán dinamismo a la actividad. Como ya mencionamos esperamos que el sector público aplique una política fiscal más restrictiva en 2012. La suba de impuestos anunciados en provincias y municipios, más el recorte de subsidios implica que el sector privado tendrá una menor proporción de su ingreso disponible para gastar.
Además, en un contexto de tensión cambiaria y expectativas de mayor depreciación del Peso, las tasas de interés tendrán que mantenerse elevadas para incentivar la tenencia de pesos. Más allá que las tasas descendieron respecto del pico alcanzado en lo peor de la corrida cambiaria, no esperamos que vuelvan a los niveles del primer semestre. Esto significa que la expansión del crédito será más acotada, limitando una de los principales drivers del consumo en 2011.
Asimismo, la estrategia oficial de acotar la suba nominal de salarios puede limar el poder adquisitivo de los trabajadores si no se logra moderar simultáneamente la suba de precios. A esto se le suma un menor ingreso de los productores agrícolas, producto de la caída de los precios internacionales y menores expectativas de creación de empleo. Todo esto acotaría los ingresos disponibles para gastar.
Por las cuestiones internas mencionadas y las dificultades externas, esperamos que el PBI crezca poco más de 3% en 2012. Esta tasa puede parecer magra respecto de años anteriores pero alcanza para mantener a raya el desempleo ya que se generarían los puestos de trabajo suficientes para absorber la entrada de nuevos trabajadores al mercado laboral.
Fuente:Ecolatina.
