Perspectivas y desafíos para 2011

Lun 27 13:16 hs.-En el balance de 2010 se destaca la fuerte recuperación y expansión de la economía. Pero se aceleró la inflación, principalmente en alimentos. Tres factores explican el repunte de la actividad: la mejora en el contexto internacional, la excelente campaña agrícola y la pujante demanda interna. La recuperación de los principales socios comerciales, la campaña sojera récord y la suba de las commodities, impulsaron las exportaciones (históricas en términos de volumen) a US$ 68.500 M (+23% i.a.). Por su parte, la expansión del crédito, la mejora de las expectativas, la estabilidad cambiaria y la falta de alternativas de inversión frente a la inflación real, generaron un fuerte crecimiento del consumo.

Pero la fuerte suba de la carne elevó los reclamos salariales de los trabajadores acelerando la carrera entre precios y salarios. Además, las señales de política no ayudaron a contener las presiones inflacionarias.
El Tesoro financió parte de su gasto con recursos del BCRA (reservas y emisión) y la política monetaria fue muy laxa, retroalimentando el proceso inflacionario.
El IPC Ecolatina cerrará el año con un incremento en torno de 27%, superando en varios puntos los registros de 2007 y 2008 y alcanzando la mayor suba desde la salida de la convertibilidad.
El balance final es positivo (expansión del PBI de 8%). Sin embargo, la elevada inflación no permite plasmar mejoras significativas en las variables sociales.
Los principales desafíos para evitar que el crecimiento de la actividad se resienta en 2011 pasan por estimular la inversión, contener la inflación y acotar la nominalidad ascendente de la economía.
Es importante destacar que acelerar el incremento nominal de la demanda sin apuntalar la oferta local implica mayores presiones inflacionarias que licuan las mejoras salariales y afectan la realización de inversiones.
El ordenamiento de esta situación requiere coordinar la puja distributiva. El Gobierno exhibió algunas señales, como los acuerdos con empresas y trabajadores y la elaboración de un nuevo índice nacional de precios con el FMI.
Resta conocer la eficacia de estas acciones, especialmente si hay un desborde del gasto y se instrumenta una política monetaria muy expansiva.
El contexto de elecciones no será el propicio para superar los desafíos planteados. Pero se abre una nueva oportunidad para alcanzar consensos.

Luces y sombras de 2010

A pocos días de finalizar 2010, el balance del año arroja varios aspectos positivos entre los que se destaca la fuerte recuperación y expansión de la actividad económica. Pero también surgen otros hechos negativos como la aceleración de la inflación, principalmente en alimentos.
Existen tres factores fundamentales que explican el marcado repunte de la economía durante el último año: la mejora en el contexto internacional, la excelente campaña agrícola y la pujante demanda interna.
La recuperación de los principales socios comerciales (Brasil y China), los extraordinarios resultados de la campaña sojera y la fortísima suba de los precios de las commodities agrícolas, impulsaron las exportaciones. De hecho, se espera que el año finalice con ventas externas históricas en volumen y valores apenas inferiores al de dos años atrás (US$ 68.500 M, +23% i.a.).
Por otro lado, la expansión del crédito, la mejora de las expectativas, la estabilidad cambiaria y la falta de alternativas de inversión frente a la inflación real, generaron un fuerte crecimiento del consumo. Además, el Gobierno apuntaló el ingreso de los sectores medios-bajos a través de diversas medidas.

Asimismo, con la mejora de la economía se recuperaron los puestos de trabajo perdidos durante 2009, revirtiendo el incremento de la desocupación aunque sin reducir significativamente la informalidad laboral. La inversión también evidenció un repunte, pero no alcanzó a dinamizar la creación de empleo (baja en relación al incremento de la actividad).
Sin embargo, a pesar del crecimiento, varias cuestiones siguieron sin resolverse y preocupa especialmente la aceleración de la inflación.
La persistente reducción del stock ganadero provocó a principios del año un shock en el precio de la carne que se trasladó hacia el resto de los bienes y servicios de la economía. De hecho, la fuerte suba de la carne elevó los reclamos salariales de los trabajadores (pues es considerada un bien salario), acelerando la carrera entre precios y salarios.
Las señales de política económica no ayudaron a contener las presiones inflacionarias y las cifras oficiales se alejaron cada vez más de la realidad. Más aún, pese a que la actividad alcanzó a mediados de año los niveles precrisis y reaparecieron algunos cuellos de botella, el Gobierno siguió acelerando la demanda. El problema es que esto impulsó en mayor medida a los precios y a las importaciones.
En materia fiscal, si bien se observa una recuperación de los recursos y un freno en el deterioro de las cuentas públicas, no se logró recomponer el ahorro genuino. Además, como el Tesoro financió una parte significativa de su gasto con recursos del BCRA (reservas y emisión), la política monetaria fue muy laxa retroalimentando el proceso inflacionario.
En este escenario, el IPC Ecolatina estaría cerrando el año con un incremento de 27%, superando en varios puntos los registros de 2007 y 2008 y alcanzando la mayor suba desde la salida de la convertibilidad.
Peor aún, el fuerte aumento en el precio de los alimentos (+38% en el último año) encarece significativamente el costo de la CBA y CBT. De esta manera, pese a la implementación de la Asignación Universal por Hijo los niveles de pobreza e indigencia no exhibieron mejoras significativas.
Por último, si bien un Dólar prácticamente inmóvil incentiva el consumo (no es rentable ahorrar en esa moneda), provoca en un contexto de inflación elevada una fuerte apreciación cambiaria, que afecta a la competitividad externa de las empresas locales.
El balance final del año en materia económica es positivo, especialmente si se tiene en cuenta que la actividad estaría promediando una expansión de 8%. Sin embargo, la elevada inflación –más elevada aún en alimentos– no permite plasmar el fuerte crecimiento en mejoras significativas de las variables sociales.

Los desafíos de cara a un año electoral

Una de las claves para el próximo año será sortear las restricciones que impone un proceso electoral, donde prevalece la incertidumbre y se postergan decisiones de largo plazo. En este sentido, sería deseable que 2011 no resulte un año perdido en términos de desarrollo económico por conflictos políticos y falta de consensos.
Los principales desafíos para evitar que el crecimiento de la actividad se resienta pasan fundamentalmente por tres cuestiones: estimular la inversión, contener la inflación y acotar la nominalidad ascendente de la economía.
Tras la veloz recuperación de 2010, resurgirán con mayor fuerza los condicionantes que limitan la expansión de la oferta local de bienes. Por ello, se deberán implementar medidas concretas que faciliten el lanzamiento de nuevos proyectos productivos con el fin de acompañar el incremento de la demanda sin presionar aún más sobre la inflación.
El país contará con un excelente contexto internacional por los extraordinarios términos del intercambio y el crecimiento de los grandes socios comerciales. Además, el balance fiscal no será apremiante otorgando margen de maniobra al Gobierno.
De hecho, las proyecciones son alentadoras en general: se estima que el PBI crecerá cerca de 5%. Pero, entre otros aspectos, se destaca que la oferta de servicios volverá a aumentar a un mayor ritmo que la de bienes. Por caso, el deterioro esperado de la competitividad cambiaria (en 2011 el tipo de cambio real bilateral con el dólar volverá a los niveles de fines de la convertibilidad) es un factor que alienta las operaciones financieras y resta incentivos a la producción industrial.

En este contexto es importante destacar que acelerar el incremento nominal de la demanda sin apuntalar la oferta local implica mayores presiones inflacionarias que licuan las mejoras salariales y afectan la realización de inversiones. Además, esto incentiva mayores importaciones que reducen el saldo comercial y sustituyen, en algunos casos, la producción doméstica.
El ordenamiento de esta situación requiere por ejemplo coordinar la puja distributiva y evitar que la regulación oficial sume incertidumbre al proceso productivo. El Gobierno ha comenzado a exhibir algunas señales, como la firma de acuerdos de diálogo social con empresas y trabajadores y la elaboración de un nuevo índice de precios nacional con asesoramiento del FMI.
Si bien estos frentes continúan abiertos, su tratamiento apuntaría a encontrar soluciones en temas que habían sido postergados durante mucho tiempo. Resta conocer la eficacia de estas acciones, especialmente si hay un desborde del gasto y se instrumenta una política monetaria muy expansiva.
El contexto de elecciones presidenciales no será el propicio para superar los desafíos planteados. Pero se abre una nueva oportunidad para la búsqueda de consensos, pues la acumulación de tensiones para 2012 perjudica a la próxima administración, cualquiera sea su signo político.

¡¡¡¡Felices Fiestas!!!!

Fuente:Ecolatina.
Director Economista: Dr. Roberto lavagna.

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