INFLACIÓN: PROFECÍAS AUTO-CUMPLIDAS

Según la mitología griega, Pigmalión esculpió la estatua de una mujer tan bella que se enamoró perdidamente de su obra. Afrodita, la diosa del amor, se conmovió y le concedió vida a la escultura: la piedra se hizo carne y el deseo de Pigmalión realidad. La Psicología Social, basándose en uno de los significados de este mito, denomina al fenómeno descripto “Profecía Autocumplida”, “realización automática de las predicciones” ó “efecto Pigmalión”.

Esto es, una premonición que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad.
Paralelamente, gran parte del fenómeno inflacionario argentino se explica a partir de las expectativas de los agentes económicos; los precios empiezan a tener una dinámica propia que surge de la percepción o -mejor dicho- de la incertidumbre de los agentes. Esto es:
empresarios que remarcan los precios de sus productos en función a lo que ellos “creen” será la inflación del año y trabajadores cuyos reclamos salariales intentan recuperar el poder adquisitivo de su ingreso según su propia percepción acerca de los incrementos futuros. La distorsión de precios relativos que implica este proceso se potencia por la falta de estadísticas confiables que muestren fehacientemente cuál fue la inflación del período pasado. En este marco de desconcierto, nadie quiere ceder parte de su ingreso, todos ajustan para arriba y una vez comenzado, este círculo se hace muy difícil de detener. A fin de cuentas, el “verdadero” aumento de precios termina siendo similar a lo que los agentes proyectaron equivocadamente.
De más está decir que el germen de la inflación deviene de las políticas de impulso a la demanda agregada (política fiscal expansiva, inyección de liquidez y tipo de cambio devaluado) en un contexto de escasa inversión con una utilización de la capacidad instalada en pleno empleo. Sin embargo, en este caso, el mecanismo de transmisión del incremento de
precios termina siendo más peligroso que la causa primera. La inflación ya no crece en línea con la expansión monetaria, ni se parece a la tasa de devaluación del peso respecto del dólar, ni a la tasa de aumento del déficit fiscal. Por el contrario, el espiral inflacionario parece tomar
vida propia y crecer por encima de cualquier indicador.

Por lo tanto, si bien es importante desarrollar un programa integral que revierta las causas originarias de la inflación, resulta urgente atacar frontalmente las expectativas de los agentes.
Mientras se decide comenzar a ordenar la política fiscal, moderar el gasto público y definir políticas -monetaria y cambiaria- subordinadas a frenar el aumento de precios, resulta imprescindible la implementación de reglas claras e inquebrantables que generen estabilidad y confianza, empezando por la normalización del INDEC y siguiendo con la instrumentación de
un esquema de metas de inflación por parte de la autoridad monetaria.
Ahora bien, para que la actual administración lleve a cabo estas políticas concretas debe no sólo reconocer la voracidad del incremento de precios, sino también, interpretar este fenómeno como un problema, más que como una herramienta de política. Esto es: en un primer momento la pérdida de valor de la moneda local, incrementa la velocidad de
circulación del dinero, haciendo aumentar el consumo. A su vez, una tasa creciente de inflación implica una expansión análoga de la recaudación, además de licuar una parte significativa del gasto público (que se actualiza con mayor retardo que los ingresos). En otras palabras, en el corto plazo, la inflación puede pensarse como un instrumento conveniente
para un Gobierno carente de ingresos genuinos sin intenciones de llevar a cabo un cambio sustancial de su política económica.
Por lo tanto, antes de debatir las causas de la inflación, el mecanismo de transmisión del incremento de precios y sus consecuencias en la economía local, cabe preguntarse cuáles son las intenciones del Gobierno nacional: si revertir la espiral inflacionaria atacando sus causas
originarias (y el mecanismo de transmisión), o aprovechar el contexto y evitar el costo político que implicaría un ajuste explicito (el ajuste “implícito” se está dando de hecho con la inflación).
Según el índice de precios de E&R, en Abril 10’, la inflación minorista alcanzaría un 1,6% (mensual), impulsada principalmente por un fuerte aumento de los alimentos.
 De este modo, el 2010 empezaría su curso con una marcada tendencia alcista en lo que respecta a los precios minoristas, haciendo que el incremento de precios de los últimos 12 meses se ubique en torno al 20% anual; en contraste con el aumento -interanual- de los precios minoristas para el INDEC, que alcanza un 10,2%
aproximadamente entre Abril de 2010 y el mismo período de 2009.
 Cabe señalar, que si bien la inflación sigue siendo uno de los principales males que enfrenta la economía local, los aumentos de precios del mes de Abril mostraron una leve desaceleración si se los compara con los incrementos de Marzo (2,3%), Febrero (2,5%) y Enero (2,1%). Esta moderación en el incremento de precios se explica -en
parte- por el hecho de que el precio de la carne se mantuvo inalterado por primera vez en cuatro meses; lo que impuso un techo para los aumentos del rubro de “alimentos y bebidas” que tiene un peso relativo de casi el 40% en la construcción del índice de precios minorista.
 Por último, para el 2010 se proyecta una inflación anual (entre puntas) mayor al 23%, con un aumento de precios promedio del 1,8% mensual.

A partir de la interrupción de la difusión del IPC Nacional por parte del INDEC a partir del mes de junio de 2008, se debe analizar la evolución de la inflación minorista en el interior del país utilizando información publicada por las Direcciones Provinciales de Estadísticas y Censos. En
este sentido, corresponde aclarar que en algunas jurisdicciones se elaboran índices de precios autoponderados (Santa Rosa, Paraná, Chubut y Río Negro) que no resultan directamente comparables con los índices ponderados (San Luis, Posadas, Tierra del fuego y GBA),
calculados a partir de encuestas de consumo y gastos de los hogares.1
Al comparar la inflación minorista en Febrero de 2010, sobresale una gran disparidad entre las distintas jurisdicciones para las cuales se dispone de información. Así, la dinámica de precios minoristas varía desde una inflación mensual del 3,3% en tierra del fuego, hasta un aumento de precios del 1,1% en gran Buenos Aires. Cabe resaltar, que la diferencia del incremento de precios entre los datos relevados por el INDEC (inflación en GBA) respecto al resto de las jurisdicciones, parece achicarse este último mes, como consecuencia del contexto de aceleración de precios que atraviesa la economía local.

Considerando la inflación acumulada durante el primer Trimestre del año, se destaca elincremento de precios de la provincia de San Luis, Entre Ríos y Tierra del fuego con tasas del 9,5%, 7,1%, 7%, respectivamente.
En el otro extremo, la región del Gran Buenos Aires y Ríos Negro presentan los menores niveles de inflación acumulada entre Enero y Marzo de 2010 con 3,5% y 5,4% respectivamente.

Por último, se verifica la tendencia que veníamos señalando en los reportes anteriores: la recuperación de los precios internaciones de los alimentos en el mundo, junto con el paulatino repunte de la economía local, tienden a arrastrar aumentos de precios internos que
se reflejan en el aumento del costo de vida en casi todas las jurisdicciones relevadas (incluso en los índices relevados por el INDEC). Con políticas de incentivo a la demanda agregada y con una inversión insuficiente para convalidar la expansión del consumo, la economía local ajusta
por precios y las presiones inflacionarias se profundizan en el corto plazo.
BOX I: Evolución mensual de los precios de alimentos y bebidas
A fin de contar con una estimación propia de la variación de los precios de algunos alimentos y bebidas, se realiza semanalmente un relevamiento de los valores finales de un subconjunto de productos para consumir en el hogar2.
Calculando un promedio mensual del costo de la canasta, se observa una merma en las variaciones mensuales de precios a partir de mediados de 2009, que vuelve a revertirse en Septiembre de ese año.
De este modo, el 2010 comienza con un marcado aumento del precio de los alimentos que conforman la CBA (E&R). La canasta alcanza los $623 en Enero ’10 para incrementarse sucesivamente hasta alcanzar los $713,20 en Abril, luego de incrementarse un 0,1% con respecto al mes inmediatamente anterior.
Por último, anualizando el incremento de precios (Abr-10 vs Abr-08), se observa que el costo de la canasta E&R aumentó un 36,3%, superando ampliamente a los indicadores oficiales (esperados) para el capítulo de alimentos y bebidas del IPC.

loading...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *