A Buenos Aires le faltaron «Dirigentes en los más altos niveles internacionales, peso en infraestructura deportiva y urbana, experiencia en la organización de eventos deportivos de primer nivel, buenos resultados en los Juegos Olímpicos y un adecuado apoyo estatal para los atletas», enumera el matutino.
«Si a estos items que hoy se mantienen se les suma un nulo espíritu olímpico de la población (factor clave para ganar), ¿por qué se insiste en la quimera de Buenos Aires olímpica? ¿Por qué mejor no empezar a disfrutar con los Juegos 2016 que se harán a la vuelta de la esquina? Y, aún más, ¿por qué no dejar de mirar el ombligo propio para aprender del crecimiento del vecino poderoso?», añade.
«Bien dirigidos, estos Juegos pueden apuntalar el desarrollo social de una ciudad, cambiar la mentalidad de un pueblo pobre y hacerle notar que es capaz de producir en su propia casa aquello que, obligado, podía ver sólo por televisión», comenta el matutino La Nación.
«En los últimos años, la economía brasileña creció hasta el punto de ubicar al país entre los diez de mayor producción del planeta. Se estima que serán invertidos más de 14.000 millones de dólares para Río 2016. La financiación es algo que no parece correr riesgo», añade.
El rotativo indica que «con respecto a la seguridad, tristemente hay pruebas de que no se pueden brindar las garantías ya en ningún rincón del mundo. Lo sufrimos todos, ricos y pobres».
«Como argentinos, podemos sentir cierto recelo porque estos rivales cercanos (deportivamente hablando, claro) acaban de obtener algo que nosotros seguimos viendo como utópico. Como sudamericanos, tenemos que celebrar esta oportunidad. Bienvenida sea», afirma.
El diario deportivo Olé señala que cuando Buenos Aires fue candidata en 1997, el dirigente alemán Thomas Bach dijo a sus representantes: «El de ustedes es un maravilloso proyecto. Cuando hagan los estadios que prometen, van a tener los Juegos Olímpicos».
«Brasil aprendió de los errores y para sus apuestas del 2012 (Mundial de fútbol) y 2016 no descansó en la bonanza de una pujante economía (‘top ten’ del planeta), antecedentes deportivos o en palabras al viento. Hizo de la apuesta olímpica una política de estado e invirtió tiempo y recursos», comenta el rotativo.
«Más allá de los desajustes financieros (costaron 12 veces más de lo presupuestado), los Juegos Panamericanos de 2007 dejaron listas más de la mitad de las instalaciones», asegura.
«El Mundial de fútbol 2014 le dará al país ‘know how’ para grandes acontecimientos, el debe más preocupante de la industria deportiva brasileña. Con dirigentes políticos comprometidos (el emotivo discurso Lula supo apelar a la unidad regional) y fondos suficientes (prevén un gasto mínimo de u$s 14.000 millones) tienen muchas razones para festejar», mantiene Olé.
«Un abismo separa a Brasil de Argentina», titula el diario Crítica, que destaca: «En Brasil, el deporte es una cuestión de Estado: hay un ministerio a cargo del asunto. En Argentina, no. Sólo una secretaría con un presupuesto testimonial, de 33 millones de dólares, de los cuales sólo 11 son para el alto rendimiento».
«Brasil, que entendió que los Juegos Olímpicos trascienden lo deportivo y son un símbolo geopolítico del mundo moderno (China lo interpretó a la perfección el año pasado), dio con Lula a la cabeza el golpe de gracia que lo confirma como un líder regional cada vez más distanciado», afirma.
«Lo de Brasil fue una planificación deportiva y estatal: en 2002 organizó los Juegos Odesur que Argentina había rechazado por la crisis del año anterior, en 2007 tuvo unos magníficos Panamericanos, en 2014 tendrá el Mundial y en 2016, los Olímpicos».
© EFE 2009. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los contenidos de los servicios de Efe, sin previo y expreso consentimiento de la Agencia EFE S.A.
