Una presión insoportable

Viern 21/12/12 09:57 hs.-Organismos internacionales y locales certifican que los argentinos pagan impuestos de países desarrollados, pero los servicios del Estado son tan deficitarios como los de las naciones pobres.

Existía la percepción de que los argentinos pagaban impuestos al nivel de los países más desarrollados, aunque los servicios y la atención que reciben por parte del Estado están muy lejos de las prestaciones que existen en esas naciones.
Lo que era una percepción se transformó en realidad a partir de los datos brindados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), un organismo que el kirchnerismo no podrá tildar de ortodoxo o de que alienta políticas de ajuste.
En un informe conjunto con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que reúne a los 34 países más desarrollados, entre los que se encuentra la Argentina, indicó que la presión tributaria de estas naciones alcanzaba en 2010 al 33,8 por ciento, en tanto que en la Argentina era de 33,5 por ciento.
Desde entonces, la presión fiscal –medida como la relación entre los impuestos recaudados por los tres niveles del Estado (nacional, provincial y municipal) sobre el producto interno bruto (PIB)– ha ido en aumento.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que este año los ingresos fiscales representarán el 38 por ciento del PIB. Con ese cálculo coincide un reciente documento del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), que prevé que el cobro total de tributos supondrá para este año ingresos al fisco por encima del 37 por ciento.
Los argentinos pagamos impuestos al nivel de los países más desarrollados, mientras que los servicios y bienes que produce el Estado son comparables a los de las naciones de menor crecimiento.
Pero no se trata sólo del acceso a una dieta básica diaria de calorías, sino también a condiciones mínimas de hábitat, como agua corriente, cloacas y baños con instalaciones sanitarias.
En este sentido, lastima saber el número de argentinos que viven en “viviendas rancho”, que hacen cientos de kilómetros al año para obtener agua potable y cuyas condiciones sanitarias son equiparables a las de los habitantes de los pueblos más pobres del mundo.
¿Por qué pagamos impuestos como en el Primer Mundo y nuestro desarrollo en infraestructura es tan pobre? El objetivo primordial fue recaudar para sostener el crecimiento de un gasto público inexplicable en algunas partidas (Fútbol para Todos, por ejemplo), que está por encima de los criterios de eficiencia y equidad.
La discusión sobre cuánto debemos pagar los argentinos en impuestos, y en especial los trabajadores asalariados –uno de los motivos de la marcha de las CGT y CTA opositoras el miércoles último–, deberá incluir una reflexión sobre una mayor transparencia en el gasto.
En caso contrario, la necesidad de recursos del Estado será infinita, para bolsillos cada vez más flacos por el impacto de la inflación.

Fuente:lavoz.com

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