Desde 1983 no hubo tan poca participación en una elección, en aquel octubre histórico el 85 % de los argentinos decidido que el presidente de la republica fuera el señor, Raúl Alfonsín y si, veníamos de un golpe de estado, era otra la historia, el terrorismo de estado azotó a este pais y los que éramos muy jóvenes y votábamos por primera vez, fuimos con muchas ganas, con emoción, y lealtad a la celeste y blanca para terminar con los militares en el poder, para terminar con las desapariciones, las prohibiciones, los secuestros, los abusos, la violación permanente de los derechos humanos, el saqueo institucionalizado y todo lo que significó esa noche de nuestra historia.
Quienes hoy nos gobiernan son los hijos de los civiles que apoyaron la dictadura, y esto no es un eufemismo, es lo que ellos mismos expresan, personas rotas desde adentro, llevando adelante las mismas medidas, con los mismos pensamientos, con la misma impunidad y son capaces de todo para evitar que lleguen al poder gobierno populares.
En síntesis, van a hacer cualquier cosa, como hicieron en el 55, hasta bombardear la Plaza de Mayo, si eso representa un símbolo de los gobiernos peronistas, van a hacer todo lo que esté a su alcance para evitar que la oposición, ya no solo el peronismo, cualquiera que no comulgue con su extraña idea de libertad, llegue al poder.
Entonces, no es alocado que podamos sufrir el síndrome de “La casa de los espíritus”, donde el protagonista antes de permitir que haya elecciones organiza un golpe de estado para que vuelvan los militares, esta es una historia real, vean la película, pero lo mas loco de todo es lo que cuenta el film, ocurre entre 1910 y 1940 con la familia Trueba.
Ahora, que tiene que ver esto, con lo que ocurrió el domingo, que el discurso de la libertad, prendió en todos aquellos que no vivieron el terrorismo de estado del 76 al 83, tampoco los que no sufrieron el corralito de Eduardo Duhalde en diciembre de 2001, quizá el mas grande saqueo de la historia argentina, después de la dictadura y finalmente, el discurso de odio que la derecha inoculó en pandemia y que fue la base de lo que hoy estamos viviendo.
Entonces si los dirigentes opositores no entendieron que quienes votan a la derecha desconocen esto, tienen en promedio entre 25 y 30 años en su gran mayoría, y que esos mismos actores, solo se han comunicado con el mundo a través de internet, mas acá en el tiempo con redes sociales y que soportaron dos años de encierro, con una maquinaria política que les repetida cada 5 segundos que había que terminar de la forma que sea con el populismo, el peronismo, o cualquier individuo que se oponga o cuestiones a la derecha en argentina, debo decir que no entendieron nada.
Datos a tener en cuenta, no se puede no escuchar a los jóvenes, darles contención y atender sus problemáticas, que no son las mismas que hace 20 años atrás, ni de 5 años atrás, las de hoy, la falta de acceso a empleo, a las universidades, a vivienda y salud digna, son obligaciones indelegables del estado y no es un favor, ni es aplaudible es cumplir con la Constitución Nacional, son obligaciones, tanto provinciales como municipales.
No se puede vivir de la susceptibilidad, no se puede vivir ofendido cada vez que se cuestionan políticas de estado, cada vez que la opinión no les es favorable y dejar de cumplir con otra ley que es la de Acceso a la información pública, son empleados de la ciudadanía, no son dioses y queda claro que tampoco son imprescindibles, creer que la política es hacer lo que se me antoja y autoproclamarse lideres, conductores, referentes no está bien, esos atributos, son atributos que otorga la ciudadanía, los afiliados, los independientes, no un grupo cerrado de políticos, dirigentes o que acuerdan quien será el representante de quien nunca los voto, no los conoce o lo que es peor, sabe de sus antecedentes y aun asi son propuestos.
Esta política del personalismo institucionalizado ya no funciona, no funcionó, y no va a funcionar, porque como se mencionó en El Eternauta, “nadie se salva solo”, menos sin escuchar, sin empatía, sin contacto con la gente, sin sensibilidad social, sin respeto por quien puede ser quien te vote, menos aun sin cumplir con las obligaciones y derechos constitucionales que no son negociables.
Si partimos de la premisa que, “gobernar es dar trabajo”, el resto se los dejo a su criterio, esta frase no es mía, es del máximo dirigente del movimiento político más grande de América latina que le dio a los trabajadores la mayoría de los derechos que hoy están perdiendo. Si no se es capaz de entender esto, bajarse del cordón de la vereda, de la negación y de la culpa es del otro, no vamos a salir de esto. Piensen, abran las orejas, pónganse la mano en el pecho y pongan una cuota de humildad para asumir errores, y reconocer que se puede aprender todos los dias y que, «no hay música mas maravillosa que la voz del pueblo argentino».
Armando Cabral
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