La provincia pone su granito de arena en el Plan Forestal Patagónico

La empresa Agresta se reúne en Chubut con los redactores del proyecto argentino para narrar sus experiencias Los bosques de lenga son como los hayedos, los ñires como los rebollos y el ciprés de la cordillera es como el sabinar, pero más grande. Y es que son más de 11.000 kilómetros los que separan la Patagonia de Castilla y León y hay un mar de por medio, pero la experiencia de Soria contribuirá a la elaboración del plan forestal patagónico en que trabajan con ahínco los argentinos, el primero que se elabora en todo el país austral. Si parecidos son los bosques de ambas regiones también lo son los problemas que los hacen peligrar.

Pablo Sabín, responsable de la empresa Agresta, ha pasado unos días en Argentina narrando su experiencia laboral en Soria. Ésta es amplia desde que en 2001 naciera esta cooperativa en Madrid y abriera su oficina en la Plaza Herradores. «Nos dedicamos a la consultoría forestal, es decir, a la redacción de planes de gestión de montes de utilidad pública, y nuestro cliente es la Junta», explicó Sabín, enumerando algunas de las localidades en cuyos montes han dejado huella: Santa Cruz de Yanguas, Espeja de San Marcelino, Santa María de las Hoyas, San Leonardo…
Más que un curso
«La experiencia argentina ha sido muy positiva. Es verdad que en algunos temas estamos por delante y en otros muy por delante, pero desde el punto de vista técnico ha sido muy enriquecedor juntarnos tantos técnicos y compartir experiencias», explicó Sabín.
La cita fue en Esquel, en la provincia de Chubut. «Es un pueblo como Soria, grande, de unos 40.000 habitantes, que está en el interior y pegado a la cordillera de los Andes. Muy interesante desde el punto de vista forestal».
Chubut es una de las cinco provincias que forman la Patagonia argentina junto a Río Negro, Neuquén, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
En total, esta región es una colosal que alcanza una superficie de 880.000 km² (para hacerse una idea basta comparar la cifra con los 94.200 km² que ocupa Castilla y León y los 506.000 km² de España).
La colaboración de Castilla y León con este proyecto comenzó cuando la Junta decidió apoyar a través del Centro de servicios y promoción forestal y de su industria (Cesefor) el Plan Forestal Patagónico del Gobierno argentino, que será una experiencia piloto para un plan nacional.
El protocolo entre ambos territorios fue firmado por la vicepresidenta y consejera de Medio Ambiente, María Jesús Ruiz, el 1 de abril en Buenos Aires, y tiene una vigencia de cinco años.
En un principio el Gobierno regional tenía previsto prestar asesoramiento en ámbitos especializados como la gestión forestal y la selvicultura, la repoblación forestal, los espacios protegidos, la lucha contra incendios, la caza y pesca y las industrias forestales, pero después surgió la posibilidad de hacer un curso para los redactores que trabajan en el plan y la Junta llamó a empresas con las que tiene relación. Entre éstas, Agresta. «La idea era explicar cómo trabajamos, nos encantó la idea y fuimos», explicó Sabín.
Al final creció el alcance del curso y los tres primeros días se convirtieron en jornadas de puertas abiertas para técnicos llegados de Chile y Uruguay que quisieron participar.
La segunda parte sólo estuvo dirigida a los profesionales locales que elaboran el plan forestal y Sabín se encargó de dos ponencias: una sobre los trabajos de Agresta en gestión forestal (allí no existe el sector privado de consultoría), y más específicamente dio a conocer un trabajo reciente. «Como les interesaba el ejemplo de un territorio amplio me referí a un trabajo de ordenación de Palencia, concretamente en la comarca de Saldaña», explicó Sabín. «Éste tiene una particularidad: se desarrolla en 40.000 hectáreas. Más allá de este ejemplo, toda la experiencia de Agresta se centra en Soria y Burgos, así que es de lo que pude hablar mientras estuvimos allí».
Con el curso no terminó todo, ya que tanto Sabín como los representantes de la empresa Inca de Valladolid y de otro grupo de empresas navarras decidieron quedarse para ver el trabajo de campo. «El único problema forestal que la Patagonia no comparte con nosotros es la presión urbana porque aquello es inmenso. Por lo demás, sufren incendios y las consecuencias del pastoreo indiscriminado. Son sus principales preocupaciones, igual que aquí. En una zona tropical hubiéramos estado más perdidos, pero en la Patagonia todo nos resultaba familiar».
La diferencia estriba en que «es como si aquello todavía se estuviera colonizando. Entran las vacas y no hay respeto por nada». De ahí que integrar el pastoreo y el uso forestal sea todo un reto.
«Ellos tienen ganas de que lleguen ideas porque quieren avanzar rápido, están muy abiertos, y lo cierto es que aquí llevamos 200 años de gestión forestal», indicó Sabín, calculando que el plan patagónico podría estar redactado en dos años.
Amaia Eguizábal

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