“Fue un jesuita comprometido, un hombre de fe inmensa que supo tender puentes, promover la paz en el mundo y acompañar a los más necesitados con una mirada compasiva y cercana”, destacó.
En otro párrafo, Melella dijo: “Su sencillez lo distinguió desde el inicio de su pontificado, dejando atrás lujos y protocolos para acercarse con humildad a las personas. Con su palabra, transformaba vidas”.
Por último, expresó: “Trabajó incansablemente por la construcción de una sociedad más justa, más solidaria. Su legado trasciende lo religioso, deja una huella profunda en la historia, marcada por el diálogo, la empatía y la esperanza. Que descanse en paz”.
