Tras una temporada de verano peor que la de 2024, en la costa hay muy pocas expectativas por lo que pueda ocurrir en Semana Santa. La mirada coincidente de funcionarios y empresarios del sector, que trabajan para acotar daños o reducir pérdidas.
«La temporada fue similar a la de 2024, que fue un mal año, porque empezó con una fuerte devaluación. Un poco peor, en realidad», explica a Buenos Aires/12 el secretario de Turismo del Partido de La Costa, Cristian Escudero.
«Vino menos gente, menos tiempo, pero gastó un poco más», adelanta, mientras aguarda el informe completo que cada año realiza para el gobierno local la Universidad Atlántida Argentina, a través de su Instituto de Estadística.
Se trata de una institución privada, con treinta años de trayectoria, con fuerte inserción en la región y sedes en Mar de Ajó, Dolores y Mar del Plata. Parte de su trabajo académico está enfocado en el desarrollo regional y local.
«Menos gente, tiempo de estadía y dinero, menos visitantes del interior y la capital y más del conurbano y mayor descontento», fueron las conclusiones principales del mismo informe un año atrás, que se utiliza como punto de comparación inmediata.
Aunque los datos que comparte son todavía preliminares, sostiene como hipótesis que «el visitante habitual nuestro, de clase trabajadora, que suele alquilar una quincena, es el que no pudo venir». «Parece que vinieron más profesionales independientes, que pueden tomarse unos días en cualquier momento con mayor libertad. Eso explicaría por qué el rubro hotelería no cayó tanto», señala.
Escudero agrega que, a pesar del contexto, «en estos días empezamos una campaña publicitaria para fortaleceros como destino y tenemos todavía algunas presentaciones en ferias». «Todavía no hay consultas ni mucho menos reservas», anticipa.
El empresario Fernando Giovanángelo, que posee inmobiliarias en varias localidades del Partido de La Costa desde hace más de dos décadas, tiene una mirada aún más dura. «La temporada que pasó fue peor que la anterior. Y la anterior fue peor que las de la pandemia, con eso te digo todo. Así que no esperamos un milagro en Semana Santa», reflexiona.
«La poca gente que hubo eran, en su mayoría, los propietarios de las casas, que vinieron porque no pudieron alquilarlas y prácticamente no dejan nada acá», dice. «Eso genera un círculo vicioso, porque no los incentiva a invertir y así a la mala situación económica se suma el deterioro generalizado», agrega.
Giovannángelo comparte una observación de carácter psicológico. «Yo prestaba atención y me soprendieron dos cosas. Primero, el silencio de la gente, caminaban por la orilla sin mirarse, sin hablarse, como cada uno en su mundo», describe y agrega que «eso antes no pasaba». «Después, cuando hablaban, las conversaciones eran todas de guita, dónde comprar esto, dónde está más barato aquello, si comparaste precios, todo así», señala.
La preocupación de Giovannángelo es cómo van a pasar el invierno sus vecinos. «Habitualmente, con una temporada excelente, tirás hasta agosto y con una temporada normal tirás hasta junio. Por lo que fue esta, en un mes, dos como mucho, la gente ya va a estar sin guita y sin laburo», pronostica.
Contexto adverso
Hace una semana, el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado modificó la Ley Nacional de Turismo. La «eliminación de trabas estatales», como lo promociona el Gobierno en su web oficial, generó posiciones encontradas en el sector. Mientras algunos celebran que se reducirán algunos costos, a la mayoría le preocupan el abandono estatal tanto en distintas áreas como el turismo social, la financiación de obras y desembolsos previstos en el Plan de Inversiones Turísticas.
En simultáneo, el INDEC dio a conocer las cifras de turismo internacional correspondientes a febrero pasado. Mientras ingresaron apenas 494 mil extranjeros a recorrer y conocer Argentina, más de 1,8 millones de Argentinos viajaron al exterior y gastaron 1500 millones de dólares de las reservas del Banco Central. Entre ellos, cuatro de cada diez eligieron Brasil.
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