RIO GRANDE y USHUAIA, Tierra del Fuego.- El entrerriano Jorge Giménez recuerda el frío y el viento que lo esperaban en Río Grande hace seis inviernos. Toma un sorbo de café y le dice a su compañero: «Tenés que esperar, ya te van a llamar». En la otra punta de la mesa, Mauricio Lanaro apura un alfajor casero y asiente: «Y, sí. Por lo que dicen, va a empezar a haber trabajo». El diálogo es una metáfora de lo que ocurre en esta isla hoy, donde la sanción de la ley de electrónicos alimentó la expectativa de una gran reactivación.
El obrero que arma equipos de aire acondicionados en la planta de Mirgor y el joven desempleado que se sumó a los miles que dejan un currículum cada día en las fábricas confían, como la mayoría por aquí, en que el aumento de impuestos a la importación de electrónicos, la promoción industrial que favorece a la provincia y las inversiones que las principales marcas ya han desembolsado traerán beneficios. Pero todos coinciden: la explosión aún no se ve, ni en las industrias ni en las calles. Hay que esperar.
La política de sustitución de importaciones que ensaya el Gobierno aún transita por una etapa incipiente. Según precisó la ministra de Industria, Débora Giorgi, ya se invirtieron $ 400 millones, que incluyen proyectos productivos de Newsan, Brightstar, Mirgor (con la que Nokia se asoció), BGH, Radio Victoria, Fapesa (Philips) y Carrier, todas empresas con licencias de marcas internacionales.
Estos millones deberían vigorizar al segundo empleador de la isla (el primero es el Estado), que tuvo su apogeo en los 80 y del que dependen 16.000 empleos, entre directos e indirectos. La provincia tiene 145.000 habitantes. A su vez, el impacto debería derramarse en toda la sociedad. Un recorrido por Río Grande y por la más turística Ushuaia muestran que eso aún está por venir.
Apoyado en la barra del céntrico bar Epa!, Javier Galarraga describe el panorama. «Acá no se ve que se consuma más. Hay que ver qué pasa con las fábricas, que parece que van a tomar más gente, por toda esta movida de la ley de electrónicos», dice este joven barman. «El impacto no se ve en las ventas», responde Sergio Andrada, encargado de seguridad en un shopping de la capital provincial.
Alejandro Mayoral, presidente de la Asociación de Fábricas de Electrónica (Afarte), defiende la nueva ley 26.539, la del impuesto, y destaca que ya están ocupadas las 1200 personas que en 2009 no tenían trabajo y que, poco a poco, se incorporarán 3000 más. «Al amparo de la ley, ya se empezaron a fabricar en mayor escala celulares y se reactivaron otras líneas, como las de audio, que se habían desactivado porque no eran rentables.»
Son las nueve de la mañana, y Jorge Méndez recorre una de las dos plantas de 15.000 metros cuadrados en las que BGH invirtió $ 30 millones para adecuar su infraestructura a, lo que se espera, será un boom. Las vedettes del momento son los teléfonos celulares. «Se pretende abastecer con producción local el 60% de un mercado interno de diez millones de aparatos», dice Méndez, gerente de planta, con 30 años en la isla.
Desde las seis, trabajan aquí 700 empleados, con un sueldo mínimo que, al igual que en las otras firmas, es de $ 6000. El santafecino Carlos Fabroni, de 30 años, es uno de ellos. «Los sueldos en la isla son altos», cuenta el obrero, que hace diez años buscó futuro en el Sur. Algunos operarios redondean los $ 8000 «en la mano», y los gerentes, entre 20.000 y 25.000.
El desfile de pantallas, tubos, armazones de diversos electrodomésticos y placas (el corazón de cada electrónico) que se ve en las líneas de producción de BGH es idéntico en las cuatro plantas que Newsan (fabricante de Philco y Sanyo, entre otros) tiene en Ushuaia. El gerente Matías Mengolini muestra nuevas instalaciones y máquinas costosas. «Nos preparamos para una gran demanda de celulares, pero por ahora sólo tenemos una línea de 28 personas fabricando los primeros modelos», cuenta.
Mientras, varias piezas sueltas ingresan en un extremo del montaje para terminar convertidas en un teléfono LG estándar. Hoy se fabrican 1000 por día, pero el objetivo es llegar a 750.000 por año (3000 por día hábil). Samsung prevé llegar al millón y Nokia, 1,5 millones, entre otras empresas. Toda la isla se ilusiona con estas previsiones. Desde los taxistas hasta los empleados de comercio, que buscan empleo en «las fábricas».
Maira Anchoverre, de 18 años, sale pensativa de la planta de Mirgor, donde hace un mes dejó su currículum y en la que hoy le responden como el veterano Giménez al joven Lanaro: «Tenés que esperar». Es que en la isla todo está en marcha para el boom electrónico, pero mientras los ringtones están en modo «de espera».
Carlos Manzoni
Enviado especial
La Nacion.
