Nos es fácil imaginarnos la risa y el llanto marcándose como nuevas arrugas en los rostros de los pioneros. Lo que resulta difícil es terminar de comprender que algo tan importante para la vida contemporánea como es el petróleo se haya convertido en la posible arma de destrucción de esa misma vida. Pero es así y podría seguir siéndolo.
Esperemos que eso no siga sucediendo, en honor de todos y en especial de aquellos hombres de los que muchos argentinos hoy son sus epígonos. En honor de este querido país, que a pesar de todo y gracias a muchos sigue luchando fieramente para dejar de ser emergente y emerger con la fuerza de una naturaleza que un 13 de diciembre de hace tan poco para la historia del universo y tanto para la corta historia de los argentinos, dijera presente en un chorro irrefrenable de esa “agua” negra que marca el ritmo de la vida en este mundo que nos toca vivir.
En honor de la vida, petroleros ¡Salud!
José Luis Andrich