Cae la cantidad de viajeros a la Patagonia por la falta de vuelos

Según datos oficiales el número de turistas sufrió este año una reducción del 11% De la mano de la crisis aerocomercial y la falta de una política de Estado que procure soluciones de fondo, la Patagonia pierde posiciones en el ranking de los destinos más visitados por el turismo extranjero.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), correspondientes al segundo trimestre del año, el sur del país perdió un 11% de visitantes frente a 2006. El dato no hace más que reflejar el daño que la falta de frecuencias provoca a la zona turística ubicada al sur del río Colorado, donde el 90% de las ciudades son atendidas por una única línea aérea: Aerolíneas Argentinas.

Ushuaia es un caso testigo. En la isla todos recuerdan el fracaso económico que la ausencia de vuelos provocó durante las temporadas de invierno de 2005 y 2006. Para no repetir la historia, este año el gobierno local y el sector privado juntaron fondos para asegurarse un aumento en la cantidad de aterrizajes de Aerolíneas.

Así lograron once vuelos adicionales y por cada uno de ellos pagaron US$ 3000, dijo a LA NACION el secretario de Turismo de Ushuaia, Julio César Lovece. «Con la tarifa regulada, la empresa argumenta que volar a Tierra del Fuego no es rentable; entonces, la solución que encontramos fue el acuerdo. Era eso: perder otra temporada o chartear aviones, a un costo de US$ 50.000 por vuelo», sostuvo el funcionario.

«Las empresas ponen muchas frecuencias en temporada alta y después no vuelan [como Lan] o las reducen drásticamente [como Aerolíneas]. Esto hace que el negocio turístico sea muy impredecible porque falta una política aérea en serio», señaló Lovece.

Cancelaciones de vuelos, radares que no operan, horarios que no se respetan, robo de valijas, repetidos conflictos gremiales y destinos con escasas frecuencias forman un cóctel demoledor para los potenciales inversores. «Hay varios proyectos como los de las cadenas Holiday Inn y Hilton que están parados, mientras que el Sheraton avanza a ritmo muy lento. Incrementar la oferta de camas sin vuelos es conducir el sector al fracaso. El Gobierno no tendría que ser tan dogmático; posiblemente las tarifas necesiten una actualización», opinó Carlos Montaldo, propietario de Australis Emprendimientos Turísticos, con hoteles en Ushuaia, Puerto Madryn y Cariló.

Su hotel a orillas del golfo Nuevo, inaugurado el año último y tras una inversión que rondó los seis millones de pesos, fue uno de los que sufrieron una merma en la cantidad de huéspedes. «Las cancelaciones ocurren; no hay que hablar en potencial. El efecto de la crisis aérea lo padecemos desde hace meses», dijo Montaldo.

Según el Indec, en el segundo trimestre del año llegaron a la península Valdés un 46% menos de turistas que durante el mismo período del año anterior. Pero no sólo cayeron las visitas de extranjeros; también bajó un 12% en la zona de Bariloche y San Martín de los Andes. Así, la Patagonia pierde turistas extranjeros de la mano de destinos como Salta, Iguazú y Mendoza, que son servidos hasta por tres aerolíneas: Andes, Lan Argentina y Aerolíneas.

El Indec marca que el combo Salta, Tucumán y Jujuy incrementó un 20% la cantidad de visitantes del exterior. «En el exterior, a raíz de los conflictos aéreos, los operadores mayoristas ofrecen la zona norte en lugar de Patagonia. Si el Estado no toma una pronta medida, el cimbronazo para la industria será fuerte», opinó Montaldo.

A los ojos de Jorge Molina, director de Aerolíneas Argentinas, ninguna compañía extranjera estaría interesada en volar en un país donde el valor de la milla de cabotaje ronda los US$ 0,40, dijo, mientras que los costos operativos se multiplican por tres. «Hay que diseñar un negocio que nos incluya a todos. Somos una empresa y no hacemos beneficencia porque tenemos 9000 trabajadores a los que todos los meses les tenemos que pagar el sueldo y esos salarios no se pagan volando a destinos que no son rentables. Hay empresas que vuelan sólo en temporada y nadie les dice nada y a nosotros nos quieren crucificar cuando pedimos incremento de tarifas», resumió.

Por María Giselle Castro
Para LA NACION

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