“Lo primero es admitir la crisis”

El ex funcionario que piloteó la escasez energética en su país afirma que lo fundamental es asumir el problema para concientizar a la sociedad y consumir menos. Los medios de comunicación y las restricciones generalizadas, dos armas para reducir 20% la demanda. Por Patricio Ballesteros Ledesma

Yo creo que en la Argentina tienen que asumir la crisis primero y no disfrazarla. Los ministros deben presentarse en la televisión y decir que no hay suficiente energía para todos», aconseja, en diálogo con FORTUNA José Jorge de Vasconcelos Lima, ex ministro de Minas y Energía de Brasil, quien lidió con la crisis energética de su propio país en el año 2001. Ex candidato a la vicepresidencia de Brasil en el ballotage de 2006 (en la fórmula que enfrentó a Lula da Silva) y hoy presidente de la Compañía de Energía de Brasilia, el experto brasileño sabe de lo que habla: durante su gestión, impuso recortes generalizados en el suministro de energía por casi nueve meses, que bajaron la demanda en un 20% en promedio.

Desde esta perspectiva, sus recomendaciones para los funcionarios argentinos parecen un decálogo de lo que el Gobierno local hizo mal a la hora de enfrentar la escasez. Como primera medida, el ex ministro aconseja blanquear el problema y buscar la colaboración de los medios de comunicación para organizar campañas de ahorro energético. «Todos los periódicos publicaron manuales explicativos, en forma gratuita, divulgando cómo se podía economizar energía en los hogares, empresas y fábricas», recuerda sobre su experiencia, que contrasta con la negación constante del presidente Néstor Kirchner y sus ministros Alberto Fernández y Julio de Vido, quienes apuntan a las empresas por supuestas maniobras para lograr aumentos de tarifas y culpan también al fuerte frío.

La última crisis de energía en el país vecino ocurrió entre mayo de 2001 y marzo de 2002 por la baja en el nivel de precipitaciones, el derroche de alguno de los segmentos de usuarios y, según los diarios de la época, la deficiente gestión de los recursos en el ámbito oficial. A diferencia de la Argentina, donde la energía generada por las usinas térmicas es la proveedora de más del 85% de la matriz eléctrica del país, en Brasil ese mismo porcentaje de la oferta tiene su origen en la represas hídricas. Por ese entonces se proyectaba un crecimiento de la economía brasileña del 4,5%, pero el racionamiento lo redujo y le costó un punto del PBI anual. En la Argentina todavía no se han hecho esas proyecciones, aunque ya hay industrias y empresas que contabilizan pérdidas en sus plantas y suspensión de empleados. «En los peores momentos, la magnitud de los recortes alcanzó cerca de 1.320 Mw, lo que representa un 7,3% de la potencia promedio disponible, que es de 18.000 Mw», señala el último informe semanal de Ecolatina, y advierte que teniendo en cuenta este escenario, «reducimos nuestras proyecciones de crecimiento anual para el sector manufacturero en torno a 6% (un punto por debajo de las estimaciones de principios de año)».

Otro error fundamental, a la luz de la experiencia brasileña, es hablar de la crisis como un problema de coyuntura, actitud que asumieron los funcionarios locales a pesar de que la falta de energía incluye la generación, transporte y distribución del gas, electricidad, gasoil y el GNC. Este tratamiento es el que lleva a evitar, a pesar de algunos cortes puntuales y breves, que el consumo eléctrico domiciliario esté sujeto a restricciones, como sí ocurre con los cortes programados desde las 16 hasta las 24 horas a los grandes usuarios industriales.

Mientras tanto las centrales hidroeléctricas consumen las reservas de agua de los embalses, se sigue importando combustible para hacer andar las térmicas y más Kw/h diarios desde Brasil para soportar la creciente demanda. Al mismo tiempo, hay obras de infraestructura para generación que no avanzan y otras que aún esperan el llamado a licitación pública (ver cuadro). Aunque se esperaba que las represas patagónicas Piedra del Aguila y Alicurá de la cuenca del río Limay en Neuquén dejarían de operar esta semana, por el nivel mínimo de agua acumulada, desde la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas llegó el compromiso de seguir generando energía hasta fin de mes.
Continúa

AHORRO FORZOSO. En cualquier caso, las medidas que hoy se toman en la Argentina distan de las que Brasil aplicó en su momento. En aquel entonces, las autoridades brasileñas se plantaron –ante la oferta insuficiente–, y le hablaron de frente a la población. «En primer lugar aceptamos la crisis energética y hablamos por televisión en la red nacional. Tuve que enfrentar a las cámaras para explicar la situación y dije que toda la población debería economizar energía», comenta Vasconcelos Lima, sobre su estrategia comunicacional de ese momento. Acto seguido, junto al presidente Fernando Henrique Cardoso armaron un gabinete de crisis, para administrar la cuestión energética. Ese ente era presidido por el Jefe de la Casa Civil (el equivalente al jefe de Gabinete argentino); como vicepresidentes estaban el ministro de Minas y Energía (Vasconcelos Lima) y el titular de la empresa administradora de la represa Itaypú. También integraban el comité, funcionaba en el Palacio de Gobierno, otros ministros y funcionarios de entes reguladores . Con la estructura burocrática armada, se llevó adelante un proyecto de disminución de la demanda eléctrica, al mismo tiempo que se estableció un sistema de premios y castigos al consumo. Una tarifa económica para los que ahorraban y otra más cara para los que incrementaban su demanda, algo similar al sistema argentino bautizado «PUREE» (Programa de Uso Racional de la Energía Eléctrica), que en Brasil buscaba reducir el consumo entre un 20% y el 30% a nivel general. «Con este sistema atravesamos la crisis y se logró bajar en alrededor de un 25% la demanda de energía eléctrica», afirma el ex ministro brasileño.

Fortuna: ¿Cuánto tiempo duró aquella crisis energética?
Vasconcelos Lima: Comenzó en junio de 2001 y terminó en febrero de 2002, con lo cual el racionamiento de la electricidad duró casi 9 meses.

Fortuna: ¿Cómo reaccionaron los industriales y las empresas ante la situación de recorte?
Vasconcelos Lima: En realidad, no tenían mucho a quién reclamar porque todo el gobierno estaba en el comité de crisis, y con esfuerzo todos debían economizar un 10%, un 20% o más.

Fortuna: ¿Debían reducir su demanda los hogares también, al mismo tiempo que las compañías y los comercios? ¿No se privilegió ningún consumo?
Vasconcelos Lima: Absolutamente todos los consumidores de energía y todos los días; residenciales, comerciales, industriales, agrícolas, todo el mundo. Cada uno debía disminuir su consumo, lo único que variaban eran las tasas con relación a su anterior demanda.

Fortuna: ¿El costo del servicio eléctrico en Brasil es caro o barato a nivel regional?
Vasconcelos Lima: Yo creo que es más bien caro. Por ejemplo, en mi vivienda particular consumo 400 Kw/h en promedio y pago cerca de u$s 100 por mes.

Fortuna: ¿Durante esos 9 meses de crisis de oferta hubo cortes programados o sorpresivos del servicio eléctrico?
Vasconcelos Lima: Para nada, no hubo ningún apagón. Cada uno economizaba como quería, aunque tenía que tratar de disminuir su consumo real, pero a nadie se le quitó el servicio.

Fortuna: ¿Esa falta de energía tuvo como causa la falta de lluvias?
Vasconcelos Lima: Claro, porque el 85% de nuestra generación proviene de centrales hidroeléctricas, pero además el poco agua acumulada había que racionalizarla.

Fortuna: ¿De qué magnitud era la merma de generación?
Vasconcelos Lima: El problema era que los embalses estaban vacíos, cuando terminó el período de lluvias en marzo. Por ejemplo, en todo el Nordeste de Brasil sólo hay una represa grande (Sobradiño), que tenía que estar llena en un 80/90% pero apenas tenía un 30% de agua. Entonces, con lo que había se tenía que generar menos energía diaria.

Fortuna: ¿Por qué no tienen más centrales térmicas?
Vasconcelos Lima: Básicamente, porque éstas utilizan gas natural para la generación de energía eléctrica y nosotros somos deficitarios en la producción de ese combustibles. Es más, tenemos «boliviadependencia», porque más del 50% de nuestra oferta de gas proviene de ese origen.

A FUEGO LENTO. Aunque la Argentina es una gran productora de gas natural, por estos días también depende del siministro del fluído desde Bolivia, por el incremento de la demanda que no puede abastecer con la infraestructura propia. En su fugaz viaje hasta Brasilia la semana pasada, el secretario de Energía de la Nación, Daniel Cameron le pidió al gobierno de Luiz Inácio Lula de Silva un aporte diario adicional de 350 Mw hasta fin de agosto. Además, se aseguró de contar con la veña de Itamaratí, para que de la venta diaria de Bolivia a Brasil al menos 2 millones de metros cúbicos de gas disponibles para el vecino sean enviados a los gasoductos de la Argentina. Los funcionarios de Evo Morales, sin embargo, sólo autorizaron el desvío de 1 millón de metros cúbicos adicionales.

Por estos días el frío polar aumentó el consumo de los hogares, la reactivación productiva en las industrias también subió los pedidos de provisión y la conversión de autos nafteros a gas natural comprimido hizo lo propio. Tras años de desinversión en el sector gasífero, falta de exploración y retraso en las obras para aumentar la capacidad de transporte y distribución del fluído, el cuello de botella en la oferta es una realidad que agudiza las restricciones en el suministro. La llave de paso para el GNC –que implica alrededor del 8% del consumo total– se cortó entre el martes 10 y el jueves 12 en todo el país para reorientar todo el gas disponible al consumo residencial, y en el mismo sentido aumentaron los cortes a los clientes industriales. En Capital Federal y GBA volvieron a quedarse sin gas las empresas e industrias con servicios firmes con ventana (con eventual corte acotado a un período) e interrumpibles. En las provincias de Córdoba y Catamarca los industriales se quedaron sin servicio, mientras que las exportaciones de gas a Chile se fueron bajando hasta el medio millón de metros cúbicos diarios a partir del jueves último.

Hace unos días, el Ministerio de Planificación Federal informó que desde mayo de 2004 se realizaron obras energéticas por $ 2.750 millones, y se destinaron más de $ 47.000 millones a nuevos trabajos de infraestructura en este área. Sin embargo, de los recursos disponibles en la cartera que conduce De Vido, sólo corresponden a presupuesto ejecutado en obras concluídas apenas el 5,5% del total.
Fuente:Fortuna

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