En este sentido, un informe de la consultora Ecolatina, fundada por el ex ministro Roberto Lavagna, expresó ayer que para que la inflación no supere el 12,3% registrado en 2005 y se encuentre contenida en el mediano plazo, el gobierno nacional debería moderar el ritmo de crecimiento del gasto corriente, para cerrar el año con un incremento nominal del 22%, alcanzando un superávit primario consolidado del 4,5% del PBI, esto es, $ 28.200 millones.
«Si bien los acuerdos de precios y las negociaciones salariales han resultado un instrumento eficaz para la contención de la inflación en el corto y mediano plazo, para lograr una solución de fondo es necesario utilizar el ancla fiscal como instrumento de moderación del crecimiento de la demanda agregada», sentenciaron los economistas dirigidos por Alberto Paz.
En el primer trimestre del año, los gastos crecieron a una tasa mayor que los ingresos: 28,2 y 26,2%, respectivamente. En particular, el informe indica que los gastos de capital «crecieron el 72%, muy por encima de los gastos corrientes que lo hicieron a una tasa del 26 por ciento».
«Esta performance marca la importancia que tiene la inversión para el gobierno en las actuales circunstancias de la economía argentina. Los fondos fiduciarios incrementaron su participación dentro de los gastos de capital», detalló el reporte.
En la misma sintonía, la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) sostuvo que en los primeros tres meses de 2006 «volvió a acelerarse el ritmo de crecimiento del gasto primario -en base caja- del sector público nacional no financiero, que en el último trimestre del año pasado mostraba signos de moderación».
Caída del superávit
Al parecer, la tendencia se mantuvo en abril, cuando -según cálculos privados- el superávit fiscal habría ascendido a $ 1400 millones, frente a $ 2244 millones del mismo mes de 2005.
«Las cifras de 12 meses móviles muestran que en el primer trimestre del año vuelve a percibirse un leve deterioro del superávit primario, aunque sigue ubicándose en un nivel elevado equivalente al 3,6% del PIB; si bien los ingresos continuaron en ascenso, siendo su crecimiento superior al de la evolución de la actividad económica y de los precios, la tasa de aumento del gasto primario fue mayor aun a la tasa de crecimiento estimada del PIB nominal», advirtió la ASAP.
En términos de ejecución, según la entidad, el Ministerio de Planificación Federal es la repartición con mayor ejecución (25,9%), frente a un promedio general de 21,8 por ciento.
Ricardo Delgado, de Ecolatina, dijo a LA NACION que el gasto público «debe ser visto como una señal para atacar la inflación, más allá de los acuerdos de precios. Hay que ver si el Gobierno cree o no en la cuestión fiscal; seguro que no cree en la receta monetaria y eso está bien, porque no sirve, pero sí debe ser consistente en materia de superávit», indicó Delgado.
En esta sintonía, el diputado duhaldista y ex secretario de Hacienda Jorge Sarghini dijo a LA NACION que es necesario observar la tendencia del gasto, «sobre todo por el problema de la inflación». «En esta cuestión no hay ortodoxia ni heterodoxia: si el gasto crece más que los ingresos, genera inflación, que es el principal problema de la economía según el propio Gobierno», sostuvo el legislador nacional bonaerense.
Para paliar esta cuestión, según Ecolatina, sería positivo el «establecimiento explícito de un fondo anticíclico», que cada tanto aparece en los discursos de las autoridades económicas, pero cuya evolución no se conoce públicamente.
Esta herramienta serviría por su impacto directo de un menor gasto agregado y por el efecto sobre las expectativas privadas de una política fiscal que refuerza su compromiso de no estimular la demanda.
La clave más importante para explicar este aumento del gasto público es el incremento en la inversión pública en el área de infraestructura, según Ecolatina, ya que las erogaciones de capital crecen muy por encima de las corrientes. Luego se ubican las transferencias a las provincias y la suba en el gasto corriente.
Con una curiosa prudencia en su discurso, el rector de la Universidad del CEMA, Carlos Rodríguez, opinó que, pese a esta diferencia entre ingresos y gastos, «el Gobierno va a sostener de cualquier modo el superávit fiscal, porque ésa es la convicción del presidente Kirchner». En todo caso, aventuró, «si la recaudación siguiera cayendo en términos reales, el Gobierno haría todo lo posible para que se recuperara con más impuestos, pero el gasto no lo va a tocar».