Por Fernando Krakowiak
Tal como adelantó ayer Página/12, la tasa de desocupación cayó a 10,1 por ciento en el cuarto trimestre de 2005. Representa una caída de un punto en relación con el último trimestre y de dos puntos respecto del año anterior. Es el porcentaje más bajo de los últimos 12 años, aunque si se considera a los beneficiarios del Plan Jefas y Jefes de Hogar como desempleados, el índice sube a 12,7 por ciento, cifra sustancialmente mejor que los 16,2 de hace un año, pero todavía por encima del 10,7 por ciento de mayo de 1994, fecha en que la desocupación superó por primera vez los dos dígitos, para nunca volver a bajar.
Según los datos difundidos ayer por el Indec, la caída del desempleo en términos interanuales se explica exclusivamente por el aumento del empleo, pues la tasa de actividad se mantuvo en 45,9, lo que evidencia que no hubo menos personas en términos proporcionales que se hayan volcado al mercado de trabajo. La tasa de empleo creció 0,9 en el último año, ubicándose en el máximo histórico desde 1991. En la comparación trimestral, en cambio, la caída del desempleo se explica tanto por un aumento del empleo como por una caída de la población económicamente activa.
Pese a la mejora en los indicadores, los desocupados en los 28 conglomerados que releva la Encuesta Permanente de Hogares suman 1.087.000 y trepan a 1.366.000 contando a los beneficiarios de los planes, sobre una población económicamente activa de 10.762.000 personas. La subocupación, por su parte, cayó de 14,3 a 11,9 por ciento en el último año. En la actualidad hay 1.278.000 personas que trabajan menos de 35 horas semanales. Si se los suma a los desocupados, quienes aún permanecen con problemas de empleo llegan a 2.644.000, luego de tres años en que la economía creció a un promedio anual de 9 por ciento.
La Subsecretaría de Programación Económica difundió ayer un informe donde detalla que la elasticidad empleo-producto (los puntos que crece el empleo por cada punto de incremento del PIB) promedió 0,90 desde que comenzó la recuperación económica posdevaluación. La cifra es sustancialmente mayor que en la fase expansiva de la convertibilidad 1991-1994 (cuando sólo fue de 0,25) y que en el período 1995-1998, cuando promedió 0,48. Ese dato permitiría ilusionarse con la posibilidad de que el desempleo llegue rápidamente a un dígito, como desea el Gobierno. Sin embargo, el último dato interanual muestra que la elasticidad fue de 0,4 puntos. Eso implica que si la economía deja de crecer a tasas chinas va a ser difícil que el índice de desempleo continúe bajando.
Ricardo Delgado, economista de la consultora Ecolatina, señaló a Página/12 que “el proceso de creación de empleo se está agotando a medida que la economía se normaliza. Ya se terminó la sustitución fácil de capital por trabajo. Ahora la relación entre el precio del trabajo y del capital comienza a ser más pareja”. Esto podría llevar a una situación donde el Producto aumente sin grandes adiciones de empleo, basándose en una mayor productividad del trabajo. Ese es un buen síntoma para las economías donde el desempleo orilla los niveles considerados friccionales, pero en la Argentina todavía se está lejos de esa situación.
Para Martín Hourest, “ya no es posible bajar la desocupación con la manipulación del tipo de cambio y la protección a las empresas”. El economista de la CTA afirma que “para ello hay que generar estrategias sectoriales de industrialización que partan de una modificación de la matriz de la demanda. Es necesario elevar los ingresos para forzar una modificación en el entramado productivo que genere empleo más allá de los boom especulativos que pueda haber en la construcción o en los servicios”. Durante el año pasado, el 56 por ciento de los nuevos empleos registrados los generó el sector servicios, el 24 por ciento la construcción, el 17 por ciento la industria manufacturera y el 3 por ciento las actividades primarias, precisa un informe de Ecolatina.
Los límites a la generación de empleo son varios. Durante la primera fase de la recuperación, varios sectores contaban con recursos de capital ociosos y para aumentar la producción sólo tenían que incorporar mano de obra, pero en la actualidad un tercio de las ramas industriales tiene escaso margen para seguir creciendo sin realizar inversiones. Además, se da un fenómeno insólito para una economía con todavía altos niveles de desempleo. Muchas empresas que buscan personal no encuentran trabajadores acordes con sus requerimientos, pues la exclusión del mercado laboral durante períodos prolongados dificulta la reinserción. Un estudio reciente de la Sociedad de Estudios Laborales mostró que más del 80 por ciento de los desocupados provienen de la informalidad, son ingresantes sin experiencia laboral o están queriendo regresar al mercado después de cuatro años de inactividad. Esta situación deja en evidencia que para reducir el desempleo también harán falta el desarrollo de políticas de capacitación y el desarrollo del capital humano.