Claves para prevenir el fracaso escolar

Al estar atentos a los deberes de sus hijos y generar rutinas de estudio, los padres influyen en el rendimiento en el aula * Según los especialistas, la familia debe acompañar el trabajo de los docentes * Supervisar a los chicos y ayudarlos a organizarse es fundamental, así como reconocer sus logros

«Mi papá me dijo que me pusiera a estudiar», recordó Macarena Avila de 16 años, mientras caminaba displicente por los pasillos de la escuela Dr. Antonio Bermejo.»En total me llevé cuatro. En diciembre rendí lengua y geografía y ahora sólo me queda matemática y biología. Pero el año que viene… ¡voy a darle con todo!», aseguró a LA NACION con una actitud resuelta.

Como Macarena, muchos adolescentes de nivel secundario y niños del ciclo primario tuvieron problemas en la escuela durante el año pasado. En la Capital, el 18,1% de los alumnos que cursaron segundo año deberán repetirlo, y estas cifras de fracaso han crecido desde 2001.

Mientras hoy se inicia el ciclo lectivo en cuatro provincias -a las que se irán sumando las otras de aquí al 6 de marzo-, ¿qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos a mejorar su rendimiento?

Acompañamiento, supervisión, seguimiento, exigencia, perseverancia, apoyo, consejo. Estos son algunos de los elementos básicos que los padres deberían tratar de brindar a sus hijos, además de la lista de recursos materiales, como útiles y libros escolares, según coincidieron especialistas consultados por LA NACION.

«Los padres no pueden limitarse a depositar a sus hijos en la escuela e ignorar todo lo que ésta demanda», comentó el académico Alfredo van Gelderen. «Tienen que mirar el cuaderno de los más chicos, comentar las carpetas de los jóvenes que van al secundario. Deben conocer los libros que utilizan e informarse día tras día acerca de las tareas. Y es imprescindible apelar a su responsabilidad, especialmente al inicio del ciclo lectivo», aconsejó.

En el caso de los alumnos de primaria, los piscopedagogos subrayan la importancia de organizar la casa y armar rutinas de horarios que se exijan durante un tiempo sostenido, además de crear hábitos para que los niños trabajen mejor. Pero esa tarea se complica a medida que crecen.

«Cuando más grandes son los chicos, menos injerencia tienen los padres en los contenidos. Nadie les avisa que sus hijos tienen prueba de historia. En ese caso es bueno recurrir a tutores en la escuela», recomendó María Tresca, psicopedagoga que se desempeñó como coordinadora en el área programática del hospital Ramos Mejía. «Además, los padres deben alentar cada logro de sus hijos por más pequeño que sea», concluyó.

Margarita Poggi, directora del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación en Buenos Aires de la Unesco coincidió en la importancia de un acompañamiento de los padres. «Simplemente con hacer un seguimiento, mostrarse interesados por lo que acontece en la escuela, ya es una forma de ayudar», destacó. «No tienen que saber matemática o lengua, basta con ayudarles a sus hijos a organizarse el tiempo. Muchas veces los chicos se detienen en una tarea que no es importante y dejan de lado otras más relevantes», señaló la especialista.

«Durante el año, mis papás me ayudan, me preguntan si voy bien. Es una manera de integrar la familia. Además este verano contrataron una profesora particular que me ayudó a prepararme», contó Macarena.

«Necesitamos a los padres»

El rector de la escuela Carlos Pellegrini, Abraham Gak explicó a LA NACION que no hay una regla general a la hora de hablar del lugar de los padres en la escolarización de sus hijos, pues hay familias que no están en condiciones de proporcionar un seguimiento cercano. «Es entonces cuando la escuela tiene una responsabilidad mayor. Es muy importante que la escuela haga que los padres se acerquen», recomendó Gak.

«Por tratarse de una de las únicas instituciones que tiene reconocimiento en la sociedad, hay que aprovechar esa ventaja, haciendo que trabaje también con los padres y mediante la incorporación de otras disciplinas como la sociología, la piscología. De ese modo cada escuela se convertiría en una zona de influencia, en un centro comunitario, que incluiría la presencia natural del estudiante.

«Necesitamos a los papás», precisó, enfática, la vicerrectora del colegio Bermejo, Isabel Ester Canarda, y destacó que, si bien es importante que los padres ayuden a sus hijos, también es bueno que sepan que si no pueden hacerlo pueden recurrir a la escuela. En la institución existen tutores que siguen el aprendizaje de los chicos y son un nexo entre la escuela y la casa», comentó Canarda.

«Lamentablemente, mis viejos trabajan todo el día y no pueden ayudarme», dijo a LA NACION Rodrigo Brinville, que el año pasado cursó segundo año en la escuela Bermejo y se llevó siete materias. «Rendí dos en diciembre y ahora tengo cinco pendientes. Quería ir a la escuela de verano, pero no pude porque vivo lejos», comentó Rodrigo, que en este momento cursa el período de orientación que empezó el 13 de febrero y se extiende durante dos semanas, hasta las evaluaciones.

El sistema de tutores comenzó a funcionar hace cinco años y hoy está vigente en primero y segundo año de las escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires, según explicó a LA NACION el supervisor docente y profesor de matemática Gustavo Zorzoli.

Un momento crítico

Los especialistas consideran que el pasaje del primario al secundario es de vital importancia. «No es lo mismo el acompañamiento durante una etapa que durante la otra», explicó Margarita Poggi. «Hay un punto en el que se requiere un equilibrio entre el papel de los padres, como sostén y acompañamiento, pero al mismo tiempo que favorezcan la construcción de la autonomía», detalló.

«Mis padres me ayudan, miran mis carpetas y cuadernos. No me molesta que me pregunten», dijo Martín Ledesma, que pasa a segundo año.

Según los especialistas, una de las preguntas que deben hacerse antes de comenzar las clases es cómo se va a evaluar. «Cuando pasan de la primaria a la secundaria, también se modifica el régimen de evaluación, por eso es bueno que los padres se acerquen al equipo directivo y conversen con los docentes y también con sus hijos», señaló Poggi.

Los expertos coinciden en la necesidad de establecer un acuerdo entre la casa y la escuela. «Los niños no pueden responder a un orden escolar para el aprendizaje si no viven dentro de un orden familiar», dijo Van Gelderen, y concluyó en que, «si no, es como tener aire acondicionado en la escuela y 40 grados en la casa. Así es imposible una adaptación».

Graciela Lehmann

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