Si bien aún es temprano para sacar conclusiones, cabe destacar que la estructura de consumo de productos de gestión menstrual es desconocida. No hay relevamientos públicos que consignen cuál es el producto más usado ni cuáles son las marcas preferidas, por lo que es aún más difícil evaluar si hay posibilidades de desbastecimiento. Lo que sí sabemos es que, según información del INDEC, anualmente se importan tampones por más de US$ 100.000. Además, en el 58% de los hogares del país hay al menos una mujer en edad reproductiva y el gasto estimado de gestionar la menstruación con tampones en 2019 fue de $2.966 por persona, lo que representa hasta un 10% de los ingresos de los hogares más pobres.
Desde 2017, el reclamo por promoción de investigaciones, elaboración de estadísticas y socialización de datos forma parte de nuestra campaña #MenstruAcción, a lo que sumamos los pedidos por la quita del IVA de los productos de gestión menstrual y la necesidad de su distribución gratuita en escuelas, universidades, comedores, espacios comunitarios, cárceles y refugios para personas en situación de calle.
Hoy, la importancia de la campaña no radica sólo en tener herramientas de evaluación de impacto de las políticas públicas diferenciado por género, sino también en contar con material educativo e información acerca de otros métodos de gestión menstrual que pudieran resultar cómodos y adecuados para mitigar los efectos de una eventual falta de tampones.
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