NACIONAL Despidos, pobreza, precariedad: la inseguridad de la que Gobierno y grandes medios no hablan

Juev 17/01/19.- Mientras las pantallas de TV se inundan de imágenes de hurtos y persecuciones policiales, hay flagelos que la clase trabajadora y el pueblo pobre sufren, pero que son silenciados sistemáticamente.

Los grandes medios de comunicación inundan pantallas y portadas hablando de la «inseguridad». Las imágenes de un hurto son repetidas hasta el cansancio. Los candidatos de los partidos patronales y los funcionarios del gobierno nacional repiten hasta el cansancio las mismas frases. En tiempos de ajuste y crisis, ese es el tema que eligen instalar.

Sin embargo, esos grandes medios aliados del gobierno guardan silencio sobre muchas otras inseguridades que afectan a la población trabajadora y a los sectores populares. La inseguridad laboral, inseguridad en cuanto a la salud y la educación, inseguridad incluso al utilizar el transporte público. En la sociedad capitalista, donde la ganancia es el motor de la actividad empresaria, la vida de las mayorías populares está en constante riesgo.

Morir trabajando

El 2018 terminó con dolor y muerte para la clase productora de toda la riqueza. Un incendio afectó a la refinaría de Shell Dock Sud, y allí tres operarios sufrieron quemaduras graves. Uno de ellos, Sergio Esquivel, con el 80 % de su cuerpo quemado, murió en el Hospital Fitz Roy. Era la tercera muerte obrera en diez días en la misma zona de la provincia de Buenos Aires.

El 2019 comenzó del mismo modo. En Santa Fe un operario de Dreyfus murió luego de caer en una fosa que contenía agua a altísima temperatura y productos tóxicos.

El 2017, según un estudio de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, murieron 743 trabajadores en el marco de sus tareas laborales. La cifra equivale a poco más de dos muertes por día.

La informalidad laboral es otra de las amenazas de inseguridad que enfrentan los trabajadores. Se trata de un 40 % de las manos empleadas. Para ellos y ellas, a la incertidumbre de perder su única fuente de ingreso se suma que no tienen cobertura médica, ni aportes jubilatorios, lo que hace que su futuro sea más negro aún. Además, el riesgo de sufrir accidentes laborales también se incrementa en este sector.

Pobreza y ajuste

2018 también terminó con otro dato escalofriante. El índice de pobreza se disparó al 33,6% en todo el país durante el tercer trimestre del año. Representa un aumento enorme respecto de las cifras difundidas por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) un año atrás. Un 33,6 % de personas que viven por debajo de la línea de la pobreza y un 6,1 % se encuentran en la indigencia.

 

Mientras, el Gobierno acordó con el FMI bajar el déficit fiscal que implica bajar el presupuesto a costa de reducir las partidas para salud, educación y otros servicios esenciales que el Gobierno considera un gasto.

La revista The Lancet publicó una evaluación sobre el sistema de salud de 195 países. En la investigación se constató que los índices de Acceso y Calidad a la Atención Médica de Argentina se acercan a los de algunos países de África, que se encuentran entre los peores del mundo. Establecieron estos índices a partir de las tasas de mortalidad de 30 enfermedades curables.

Durante el gobierno kirchneristas la inversión en salud pública llegó al 2,4 %, pero los hospitales se fueron deteriorando. Cambiemos profundizó el ajuste en el presupuesto. En 2016 lo bajó a un 1,94 % del total presupuestado. La cartera de Salud recibió, en 2017, $ 49.453 millones, mientras que para 2018 destinaron $56.486 millones. Si a esta cifra se aplica el 45 % de inflación, la partida presupuestaria desciende significativamente.

El ajuste de gastos que proyecta el gobierno nacional para este año se sentirá con fuerza también en la educación inicial, primaria y secundaria. Los programas del Ministerio de Educación sufrirán recortes pronunciados en 2019.

Las caídas más marcadas se registran en los programas de Fortalecimiento Edilicio de los Jardines de Infantes, que cae un 57 % en términos nominales y un 68,4 % en términos reales; la partidas para Infraestructura y Equipamiento, caen un 69% nominal y un 77,1% real, y las Acciones de Formación Docente, que se reducirán a un 14% nominal y un 36,3% real.

El mismo gobierno que ataca a la juventud, criminalizándola con el intento de bajar la edad de imputabilidad, es el que avanza en el ataque a la educación pública, dejando a millones de jóvenes sin acceso a la misma.

La muerte viaja en tren

Viajar en el trasporte público suele ser otra zona de riesgo para los trabajadores, porque la parasitaria clase capitalista ni siquiera invierte lo suficiente para que quienes usan el servicio puedan trasladarse en condiciones mínimas de seguridad, por ejemplo, para llegar a su trabajo.

El 23 % de personas que llegan a la Ciudad de Buenos Aires, para ir a su lugar de empleo dedica más de dos horas de viaje al día. El 60 % de los usuarios realiza al menos un transbordo al día, el 19% asegura realizar dos al día. A esto hay que sumarle las condiciones en que se viajan. Hacinados en los trenes donde -como llegó a ocurrir en la Masacre de Once– hasta puede costar la vida. O en el subte, que además de viajar como ganado (como dicen popularmente los usuarios), cuando llueve los andes se parecen a las Catarata del Iguazú.

A esto habría que sumarle el aumento del boleto, que lleva acumulado durante el 2018 seis aumentos en el transporte público. El subte se incrementó 93 %. Y si calculamos anualmente, la tarifa se habrá incrementado un 180 % en abril de 2019. El boleto de colectivo lleva acumulado un aumento del 117 % desde enero y en lo que respecta a las líneas de trenes: la del Mitre, San Martín y Sarmiento un 118 %, el Belgrano Norte 137 %, el Urquiza 161 % y, el Roca y Belgrano Sur 175 %.

Mientras se suceden los tarifazos, las paritarias fueron planchadas en un 25 % promedio. Es decir, frente a la escalada de los precios, el poder adquisitivo queda relegado.

Naturaleza y muerte

Las lluvias, un fenómeno natural, se convierte en otra tragedia para millones de personas que, en el mejor de los caso tienen que levantar los muebles de sus casas frente a las primeras gotas que caen. Mientras otras pierden la vida, como recientemente en las inundaciones del litoral. Estas muertes no se deben a ninguna catástrofe natural, sino a la desidia de gobernantes que no invierten en obras esenciales para impedir estas muertes.

Estas son la condiciones de vida paupérrimas que arroja la clase capitalista, con la complicidad de los políticos patronales, a la única clase productora de la sociedad, la clase trabajadora.

El gran empresariado fuga millones al extranjero, gozando de las ventajas que otorgan los llamados paraísos fiscales. Mientras se entregan recursos estratégicos a las empresas imperialistas, como el gas, la luz, el petroleo. En ese marco, el pueblo trabajador termina pagando, con sangre y sudor, la fiesta de los capitalistas.

En tanto las campañas mediáticas, que exponen en cadena nacional cualquier robo a la propiedad privada, oculta las inseguridades que sufren millones de personas, aquellas que producen la riqueza del país con su trabajo.

Diario de izquierda.

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