Nota de opinión – Osvaldo López: CRISTINA CANDIDATA: NINGÚN MISTERIO

Juev 22/06/17 .- En el Día de la Bandera mucha gente en todo el país asistió al acto de Cristina en Avellaneda, presente en el estadio o a través de su transmisión, buscando la respuesta a su interrogante sobre si ‘va a ser candidata’.

Coherentemente se fue del acto con cara de ‘¿sigue la incógnita?’.
Este ‘proceso interior’ también lo experimentaron los y las dirigentes y militantes políticos, y en este punto se enfoca esta mirada, más que en el resto de la concurrencia.
Nuestra hipótesis es que no hay misterio. Todo lo contrario: las cosas son muy claras.
La duda la podíamos tener en diciembre de 2015, tras finalizar su mandato como Presidenta. Y hubiera sido una duda formulada en términos tipo: ‘Cristina se retira’, o ‘Cristina no vuelve’.
Sobre esa hipótesis negativa, puestos a buscar un signo que la confirme, éste hubiera sido el más absoluto silencio de la dirigente, como de quien se retira al monte sin teléfono, televisión, internet, radio, diarios ni gente, como para desconectarse de a poco y reencontrarse con su interior para desde allí proyectar una nueva etapa de su vida ‘en pasividad’.
Eso no sucedió. Cristina siguió conectada e interactuando con su medio como lo que es: sujeta política. Es poco pensable que alguien que hace política descarte la posibilidad de una candidatura, más allá del lugar que le asigne entre sus prioridades, o de los tiempos que maneje. Menos ella.
Luego podemos repasar cada una de sus acciones que dan sustento a nuestra afirmación de que no se retiró, y nos encontramos con que fueron acciones de las más intensas, contrastables por su peso en la agenda pública sólo por las crónicas del derrumbe estrepitoso del entramado social, económico y cultural que el flamante nuevo gobierno sin pausa pero con prisa fue perpetrando hasta batir récords históricos universales en la carrera regresiva.
Desde lo que –en apariencia- es una de las situaciones extremas de vulnerabilidad humana, como es la de tener que prestar declaración indagatoria ante la justicia, congregó incontables multitudes bajo la lluvia frente a Tribunales para pedirles ‘no silben ni insulten a quienes me persiguen ni llamen traidores a quienes dejaron de estar acá; más bien veamos si la gente está mejor o peor que antes; y si estamos peor organicémonos más allá de los partidos, como simple frente ciudadano para, a partir de defendernos para no seguir empeorando, conformar una nueva mayoría’.
Y siguió. Con una agenda de acciones bien conocida, a nivel local, regional, mundial.
Y así hasta llegar al acto en Avellaneda, en pleno curso del cronograma electoral. Todo muy evidente; salvo que admitamos por hipótesis que tamaña sujeta política, en un momento clave de ese recorrido intenso que referimos, haga un acto de envergadura tal que desde el momento mismo de su anuncio mantiene expectante al país… para anunciar que no va a ser candidata.
Pero el sentido de esta nota no es el de tomar partido en la discusión sobre ‘si va a ser o no’. Lo que venimos a sugerir es que esa es una discusión de un nivel tal que no habla bien de la dirigencia ni de la militancia política.
Lo que esta hipótesis propone es que estamos acostumbrados a pensar la política y a pensarnos en ella exclusiva o principalmente en clave de candidatura, más allá de lo que se dice, que muchas veces evade la cuestión y se la instala a fuerza de desmentidas hasta que el hecho consumado cae cómodamente sobre un terreno comunicacional previamente preparado.
Ahora, si pensamos y actuamos la política sólo o principalmente desde las candidaturas, ¿cuándo o quiénes piensan y actúan desde la política? Sería de Pero Grullo recordar que política es otra cosa, o que es mucho más, y que las candidaturas, las elecciones, los cargos, les son meros instrumentos. Ella lo tiene claro y por eso pasa por alto el punto, lo prescinde, lo da por sentado como que se cae de maduro, para ocuparse de la política. Ése es el metamensaje que nos envía en la táctica que emplea para comunicar su candidatura, la cual ya ni noticia es.
Y cual si fuese consciente de que ‘somos duros’ para leer metamensajes, nos lo dice también en términos explícitos: ‘si fuera por mí, qué más puedo pretender, tras haber ocupado todos los lugares con que este pueblo me ha honrado; no me falta nada por hacer y quizá hice más de lo que merecía o pretendía; las candidaturas y los dirigentes somos secundarios o circunstanciales, a quién les pueden importar frente a tamaña tarea que nos debemos como pueblo, de enfrentar la pobreza y la falta de oportunidades en que nos han sumido los que vinieron a desorganizar la vida del pueblo desde lo más elemental; quién puede sanamente pensar en 2019 cuando ni sabemos cómo vamos a llegar a ese momento si no le ponemos un freno a este proyecto anti popular’ (la cita no es textual).
Su candidatura no se debe a su decisión. Es un hecho natural que se desprende del momento histórico como consecuencia de la envergadura de su subjetividad política y de la responsabilidad con que asume lo que tiene que asumir, proporcionalmente a sus volumen y trayectoria, bien conocidos.
Entonces inicia el discurso diciéndonos que no viene a contarnos del desastre que recorre y entristece de punta a punta la patria porque lo conocemos; y sube al escenario los cuerpos, los rostros, los nombres que evidencian el tan discurseado y encuestado descalabro; y nos dice ‘esto es Unidad Ciudadana, y acá soy una más’, es la reunión de las víctimas a partir de esa sola condición común, sin otra bandera ni sello partidarios. Las víctimas del proyecto anti popular somos más de 40 millones, siendo apenas unos 300 sus beneficiarios, cómo puede ser que no nos podamos juntar para organizarnos y movilizarnos en la defensa de poder seguir llevando una vida más o menos en orden, con cierta previsibilidad que nos permita proyectarnos en los diversos ámbitos del cotidiano vivir.
Y si esa tarea requiere participación electoral y candidatos incluyendo la propia candidatura, eso decanta por sí solo del proceso colectivo, que para algo el pueblo es soberano y a sus designios se someten la militancia y la dirigencia política que se precien de democráticas.
Lo demás es estrategia, es táctica, es proselitismo, en clave de quien hace política más que couching focus group encuestas márquetin y otras cosas que menos tienen que ver con el proceso de liberación para la justicia social y la felicidad del pueblo que con los negocios de los poderes fácticos de un modelo de concentración económica inserta en un esquema de sumisión colonial.
Descontada entonces la candidatura de Cristina (Presidenta, Diputada, Senadora, ahora, en 2019, o en otro momento) queda hacernos cargo o no de la enseñanza que nos deja: no pensar la política exclusivamente desde las aspiraciones personales de los dirigentes en cuanto a candidaturas y cargos; en lo coyuntural, menos todavía nos adelantemos al 2019. Pensemos y actuemos desde el proyecto político, económico, social y cultural de liberación; como parte del campo nacional, popular y democrático, organizando y empoderando a las víctimas del neoliberalismo para que, a partir de la derrota al macrismo como en un plebiscito en que el pueblo expresa un rotundo ‘no’ a su modelo, empezar a construir juntos la recuperación del rumbo inclusivo que ponga fin al ajuste y a la transferencia regresiva de la riqueza.
Senador Nacional (mc) Osvaldo López.-
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