Del peronismo renovador al peronismo disidente

La división actual del partido presenta algunas semejanzas con la renovación peronista de los 80, pero también profundas diferencias. Hay una demanda por nuevos métodos y formas, pero también un discusión sobre quién lo representa: Kirchner o De Narváez. Antonio Cafiero afirmó: “No me gusta el término disidente, sí peronismo federal, ese puede ser el germen de algo nuevo”.

“Esta filosofía política es fundamentalmente un arte de la conducción que se vincula con lo que Perón llamaba cabalgar la evolución… no sabemos hacia dónde va la historia, no hay una meta preestablecida, hay períodos, circunstancias”.

Silvio Maresca

Antonio Cafiero no convenció al peronismo dominante en 1983, y no sólo perdió la candidatura a presidente, sino que tampoco fue candidato a gobernador. Pero la derrota peronista ante la UCR triunfante lo llevó a liderar un proceso de profunda democratización, inédito en la historia peronista, que culminó con las primeras y únicas elecciones internas abiertas (y con distrito único), que no estaba obligado a dar y que catapultó a Carlos Menem en la presidencia de la Nación.

Antes, en 1987, había ganado la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Y en 1985 se fue del Partido Justicialista para armar una coalición que le permitió triplicar los votos de Herminio Iglesias. Después, claro, se hizo también del sello, porque los renovadores se habían ido para ganar “por afuera”, y esperando volver cuanto antes. Como los disidentes de hoy.

Pero a Cafiero no le gusta que se compare a los disidentes con el peronismo renovador. Reconoce que hay un peronismo que cuestiona a Kirchner, que decidió ser presidente del PJ cuando inició su descenso y no al revés, y que es más que probable que le quite el liderazgo apenas concluidas las elecciones. Pero no le gusta el concepto “disidente”, al que considera pobre y de corto plazo. “Si hablamos de peronismo federal, sí: ahí puedo acordar con que estamos frente a una nueva etapa histórica del peronismo, de la que empiezan a verse los gérmenes, pero habrá que ver cómo se sintetiza”, le dijo a LPO.

Sin embargo, el peronismo disidente tiene semejanzas con la renovación. No es que Néstor Kirchner sea Herminio Iglesias, como tampoco Francisco De Narváez es Antonio Cafiero. Pero, por empezar, estamos ante una demanda por nuevas formas y métodos. Del mismo modo que la renovación centró su crítica en la poca o nula defensa de la democracia como sistema político que hacía el peronismo ortodoxo y el desprecio a los valores que llevaron al radicalismo al poder (defensa de los derechos humanos, respaldo a la libertad de expresión, crítica a toda forma de violencia, de izquierda o de derecha), los disidentes se posicionan claramente contra la intolerancia, el maltrato y, en general, el desprecio a las instituciones de la democracia. Por supuesto que De Narváez hace campaña contra la inseguridad, demanda excluyente que cruza todos los sectores sociales, como Cafiero se centraba en el empleo (Trabajo YA!, era el slogan).

Pero, lejos de lo que se expresa en las encuestas (porque, nadie pone la tolerancia, la verdad de los índices o el respeto a las instituciones como reclamo explícito), lo que las formas simbolizan en cuanto a valores, se está transformando en un nuevo piso político en la Argentina que viene, que será el dominante, independientemente de quien gane el 28 de junio.

¿Quién ganará?
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Francisco de Narvaéz

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Si bien las encuestas muestran que Kirchner supera por un promedio de cinco puntos a De Narváez, está claro que el oficialismo viene de salida y que los disidentes vienen de entrada.

¿Pero dónde está el peronismo? ¿Con Kirchner, que en realidad es santacruceño y se refugió en el peronismo sólo cuando perdió la batalla contra el campo? ¿O está con De Narváez, que aunque cante la Marcha Peronista nadie puede creer que por sus venas corra sangre descamisada en busca de redención?

En 1985, Herminio Iglesias no fue solo a su derrota frente a Cafiero. Lo acompañó la ortodoxia peronista, por supuesto, pero también lo que quedaba del peronismo de izquierda. Ambos sectores despreciaban a los valores republicanos y se mofaban de las tendencias socialdemócratas que creían ver en la renovación.

El peronismo real, sin embargo, votó a Cafiero. No por socialdemócrata, sino porque representaba una evolución a lo que había.

¿El peronismo real votará hoy a De Narváez, que no sufrió cárceles ni persecuciones, jamás fue un excluido social ni conoció la pobreza, ni siquiera fue un intelectual censurado o un militar denigrado por defender sus ideales populares, sino un exitoso empresario, con mucha plata, que hasta se da el lujo de contratar a publicistas que trabajaron para Fernando de la Rúa y pretendieron hacer creer que se votaba a un hombre enérgico y decidido?

¿Es De Narváez una evolución frente a Kirchner? ¿Quién es De Narváez? ¿Por qué se dedica a hacer política? ¿Tiene De Narváez alguna otra virtud, además del dinero? ¿O el dinero es la suma de todas las virtudes en la política argentina contemporánea? ¿La bronca contra Kirchner, sus maltratos, su gestión paranoica e ineficiente, su incapacidad para adaptarse a las nuevas demandas, son razones suficientes para votar a quien se muestra decidido, ordenado, obsesivo pero siempre construyó su política con empleados? ¿Por qué se dice peronista? ¿Por qué no es más sincero, como Macri y Michetti, que no ocultan su desconfianza con el peronismo? ¿Solamente porque en la provincia “conviene” identificarse peronista para llegar al poder? ¿Votará entonces al peronismo a alguien que se dice peronista por mera “conveniencia”?

¿O el peronismo real votará a Kirchner?

No digamos los peronistas ideologizados, a quienes les gusta Hugo Chávez y están convencidos de que Clarín es el enemigo a vencer. Ni tampoco los empleados del Gobierno nacional o provincial, que hay miles y miles. Los morochos. Los desdentados. Los que bien supo representar Luis D’Elía cuando hizo que la sociedad incluída no tuviera más remedio que aceptar que había pobres, gracias a los piquetes que atraían medios. Los que reciben los lavarropas que regala Alicia Kirchner y las chapas que le acerca el intendente. Los que tienen crédito de la provincia para hacer sus casas pero no les sirve para nada, porque lo que no hay, son terrenos. Los que estuvieron meses sin medicamentos porque el programa Remediar fue discontinuado porque la Ministra buscaba corrupción. ¿Van a votar a Kirchner? ¿Por qué? ¿Lo quieren, lo conocen, lo admiran, están mejor que cuando él llegó al Gobierno, tienen más trabajo, más educación, se sienten más protegidos? ¿Van a votar a Kirchner porque tienen miedo de que si no lo votan las cosas se pondrán peor?

¿Alguna vez el peronismo real, cuando tuvo la chance de votar, lo hizo mirando el pasado, con miedo al futuro? ¿Alguna vez votó para atrás? ¿O es Kirchner la representación del odio ancestral de los excluidos, de ese dolor que todavía no se cura y viene desde el fondo de la historia, que odia al poder en todas sus formas, y no ven a Kirchner como parte del poder, sino como una víctima del poder?

Un dilema peronista

El peronismo real se encuentra ante un verdadero dilema. Cuando en 1985 destronó a Herminio Iglesias, lo hizo sin culpas. En 1987 lo puso a Cafiero de gobernador y en 1988 lo puso a Menem en el camino de la presidencia, derrotando al gobernador que era el presidente del Partido Justicialista nacional y presidente cantado, hasta esa derrota. Cafiero gobernaba pero perdió las elecciones que él mismo dio, en las fechas que él quiso. Y nadie sintió culpas. Fue un trámite más en la larga marcha del peronismo. Es verdad que el respeto por las formas que siempre tuvo Cafiero no es comprable al de Kirchner. Pero ¿es Kirchner el dueño de las boletas en la provincia de Buenos Aires o lo son los intendentes? Esta respuesta es fácil de dar.

Más difícil es desentrañar hacia dónde se desplazará el subsuelo de la Patria sublevada, ese morochaje irredimido, en pocas semanas más: el 28 de junio. Ahí estará la verdad, aunque sea por poco tiempo, aunque dure apenas hasta la elección siguiente.

Por Silvia Mercado
Fuente:lapoliticaonline.com

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