Ese grupo de aristas «díscolos» puso en discusión así la decisión de Elisa Carrió, quien por su voluntad resolvió desafiliarse del ARI y ahora impulsa firmemente la consolidación del frente electoral, con el que obtuvo más de cuatro millones de votos en las elecciones presidenciales.
Los diputados que cuestionan esa decisión de Carrió y reclaman la «autonomía» del ARI para sumarse a la Coalición Cívica son 8 ó 9, mientras que los aristas que no tienen cuestionamientos son una docena.
Entre el bloque de los «rebeldes» se encuentran el jefe de la bancada, Eduardo Macaluse, y Leonardo Gorbacz, legislador por Tierra del Fuego, el único distrito donde el ARI tiene la Gobernación.
Sin embargo, una pelea no serviría a nadie porque un futuro interbloque de la Coalición Cívica sumaría en total 53 legisladores, entre aristas, socialistas, radicales y representantes de otras fuerzas como Patricia Bullrich.
«El ARI construye a través de la discusión y el consenso, nunca en base a falsedades ni presiones mediáticas», sostuvo la secretaria general del ARI, Elsa Quiroz, hace dos días, cuando la disputa comenzó a desmadrarse, e insistió: «la metodología de discutir por fuera de las instancias orgánicas me parece repudiable».
La frase tenía un destinatario claro, Carlos Raimundi, el único arista que en plena campaña electoral se mostró cerca de Claudio Lozano en la Capital Federal para marcar sus diferencias con el armado de la Coalición Cívica.
Esas diferencias también se expresan en otras fuerzas que integran ese frente, como ocurre con el Partido Socialista, que no tiene -al igual que Raimundi, María América González y otros aristas que lo piensan pero no lo dicen- ningún interés en trabajar codo a codo con Bullrich, ex ministra de Trabajo.
