SOSPECHAS EN TORNO AL PREMIO CLARÍN DE NOVELA

Por Christian Sanz No nos debería asombrar a esta altura ninguna tropelía del grupo Clarín, ya que -es sabido- se trata de un pulpo ambicioso que busca el lucro continuo sin interesarse por los daños que puede provocar en su avasallante -y, por qué no, sinuoso- camino. A partir de octubre de 2004, Tribuna de Periodistas recibió una serie de mensajes escritos por una persona que decía llamarse Antonio De Bonis y que nos contaba una historia que, de ser real, lesionaba gravemente el nombre del «grupo». Si bien no sería la primera vez que esto sucede, en este caso lo que nos atraía era lo novedoso. Y es que hablamos de la posible estafa a través del conocido concurso Clarín de Novela.

Luego de intercambiar los pertinentes mensajes con el Sr. De Bonis y de chequear algunos de los datos que nos relataba, pensamos en darle difusión a su grave denuncia.
Para entender de qué se trata lo sucedido, reproducimos el último de los correos que mandó a esta redacción el propio De Bonis, describiendo lo sucedido de manera más que detallada:
«Hasta el año 2001, he participado de todas las convocatorias del Grupo Clarín Novela, por su prestigio internacional y además la tribuna del Jurado integrado por grandes de la letra, como Vlady Kociancich, Andrés Rivera y Héctor Tizón, además de un staff de reconocidos profesionales que hacían de prejurado que era una maravilla ¿Quien se negaría a enviar sus trabajos ante tanta solvencia?
Las bases, una garantía y, por último, devolvían los libros y no había que pagar ninguna inscripción. Al contrario el primer premio era de 50 mil pesos ( por entónces dólares).
Hasta el 2001, había enviado ya a tres convocatorias y siempre ocurría lo mismo: cuando retiraba mis libros ya fuera de concurso, volvían impecables. Comencé a malpensar, si yo mismo cuando leo un libro, siempre dejo mi marca en las ‘orejitas’, y subrayo lo que me interesa. Y allí apliqué mi sentido común, si fuera jurado ¿Qué haría? Ni siquiera huellas de manos, dedos, de la misma tinta del escrito y me dije. ¡¡Estos son unos tramposos!!
Además, recordé unas palabras del autor de UNA NOCHE CON SABRINA LOVE, de Pedro Mairal, un joven de 27 años, novela corta de la que se hizo una película con la actriz Cecilia Roth, de muy poca circulación. Bien, este joven escritor, licenciado en cuanto a letras había – creo que ahora esta litigando contra clarín, no se qué- dijo que su trabajo lo hizo en quince noches y lo entregó el mismo día DEL CIERRE de la recepción. Elementos que se fueron sumando que ampliaron mi pensamiento de que allí algo no funcionaba bien.»
(De Bonis se refiere en esta parte a la entrega del Premio Clarín de Novela del 14 de octubre de 1998 en el que Adolfo Bioy Casares, Augusto Roa Bastos y Guillermo Cabrera Infante decidieron que la novela de Mairal era merecedora de dicha distinción).
«Mi trabajo me llevó 4 años y medio; 452 paginas: OCHO KILOS DE PAPEL, los tres ejemplares los dividí en seis libros, ya que eran tan gruesos que no había aquí en mi pequeño pueblo, Boulogne, quien me lo anillara. Los até de a dos y les pinté, menos la espalda, el frente y la cabeza y la base, con cola vinílica blanca transparente y los envié con un motoquero a la sede del Grupo Clarín. Fui uno de los primeros. Número de recepción 034, el 5 de junio del 2001, cerraba el 30 de agosto. Las bases decían ‘no esperar el último día para enviar los trabajos’. Ganó el libro 058 y, según su autora, estuvo mas de 5 años escribiendo. Ya sé lo que usted piensa en este momento, Christian, si lo leían por orden de llegada, ¿Cómo es posible que mi trabajo no lo hayan leído? y así fue, estimado amigo.
Cuando mandé a retirar mis ejemplares debíamos devolver el recibo de recepción, caso contrario no me entregaban nada (…) Cuando volvió el ‘motoquero’, se me apareció con todos mis ejemplares, que para lo único que los habían tocado era para pegarle el nº de recepción 034. Primero le saqué fotos de todos los ángulos y después, acompañado por mi esposa -ya que solo no me puedo movilizar- nos fuimos a una escribanía.
Como era de noche, el escribano no nos podía atender, pero nos hizo el favor de bajar, ya que no puedo subir escaleras y le conté la historia. Le mostré los libros. Era jueves y me dijo ‘el sábado voy yo a su domicilio y hacemos el acta notarial’. Ya había comprobado que ni un solo folio había sido violado. Y así fue. Vino a mi domicilio. Me cobró solamente lo correspondiente al Colegio de Escribanos y levantó el acta. Se llevó todo el material y los tiene en su caja fuerte del estudio, en Villa Adelina.
Conseguí unos abogados que se interesaron y en dos años solamente consiguieron una reunión de conciliación con un abogado de Clarín y una hábil componedora del Juzgado.
El joven abogado del Grupo, después de hacerme descarnar ante todos, dijo: ‘¡Ustedes quieren hacer juicio, hagan juicio. La empresa tiene centenares de profesionales y no pone un mango para estas boludeces!’.
Firma: Antonio De Bonis»
Luego de leer semejante material y corroborar la mayor cantidad de datos posibles, tratamos de contactarnos con la gente del Grupo Clarín para que nos diera su versión de los hechos, pero fue en vano. Durante semanas demoré la publicación del presente artículo a la espera de un descargo que nunca llegó.
Sé que el silencio del multimedio no implica la aceptación tácita de su culpabilidad, pero entiendo que sugiere bastante, sobre todo por sus antecedentes en este tipo de cuestiones.
Ayuda a engrosar la -mala- reputación de este grupo la mera lectura del reglamento y condiciones del contrato del Premio de novela referido, que demuestra la voracidad y ambición con la que Clarín maneja en general todos sus asuntos. En el punto 8, por ejemplo, se estipula que «el otorgamiento del premio establecido en este concurso implica, sin necesidad de declaración alguna por parte del autor, el reconocimiento del derecho exclusivo a favor de Clarín-Alfaguara, para reproducir, traducir, vender y difundir, por cualquier medio, la obra galardonada en todo el mundo.»
En el punto 9 del mismo contrato y, sin ponerse colorados, advierten que «la sola participación en el concurso acuerda a Clarín-Alfaguara el derecho de preferencia para publicar cualquiera de las obras presentadas que, sin haber sido premiadas, pudieran resultar de su interés.»
Finalmente, el punto 13 devela la idiosincrasia del grupo de manera inequívoca: «En el caso que el autor pida se le devuelvan sus originales por correo, deberá hacer llegar a Clarín, además del recibo, el importe, en efectivo o estampillas, del costo de envío.»
Nada que agregar.

Concluyendo

El premio Clarín de Novela se ha instituido hace varios años y ha ganado cierto prestigio a fuerza de convocar a jurados integrados por notables escritores y destacadas personalidades relacionadas al mundo de la cultura y el periodismo.
Es obvio que el objetivo perseguido es meramente monetario y no está mal que esto sea así. Lo realmente grave es que, frente a la gente, se intente mostrar una situación que es irreal, cuando no delictiva.
La cultura es una de las deudas pendientes más importantes de nuestro país y este tipo de situaciones bastardean el real sentido de su análisis y tratamiento a futuro.
No está de más recordar que una de las acepciones de la palabra «cultura» asegura que se trata de un «conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico». Justamente todo lo contrario de lo que intenta el Grupo Clarín.
Vaya paradoja…

Christian Sanz

Buenos Aires – Argentina
info@PeriodicoTribuna.com.ar

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