Casi la mitad de las víctimas son niños

La organización Save the Children expresó que un 45% de los damnificados por los bombardeos israelíes son menores EE.UU. acordó con Israel que la ofensiva continúe una semana Se busca debilitar a Hezbollah antes de negociar una tregua. (Estremesedora galeria de fotos, cuando una imagen vale mas que millones de palabras).

WASHINGTON.- A pesar de la creciente presión internacional para lograr un cese de las hostilidades, Estados Unidos acordó con Israel que su ofensiva militar contra Hezbollah podrá extenderse hasta una semana más, antes de iniciar las negociaciones que conduzcan a una tregua, dijeron ayer funcionarios de ambos países y de la Unión Europea (UE).

Las Naciones Unidas (ONU) y el bloque europeo presionan para acordar cuanto antes un alto el fuego para aliviar la crisis humanitaria en el Líbano, pero el presidente George W. Bush apoya la decisión del gobierno israelí de debilitar todo lo posible a Hezbollah como paso previo a la apertura de cualquier diálogo diplomático.

La administración republicana dio a entender ayer que sólo después de alcanzado el objetivo militar la secretaria de Estado Condoleezza Rice viajaría a la región, lo que sin embargo es visto por sus pares europeos como una jugada de altísimo riesgo y de consecuencias imprevisibles.

«Un cese del fuego que mantenga intacto el statu quo anterior, que deje intacta la infraestructura terrorista, es absolutamente inaceptable», explicó el vocero de la Casa Blanca, Tony Snow. «Lo que queremos es un cese de la violencia que sea consistente con la estabilidad, la paz y la democracia en el Líbano, y con el fin del terror», dijo.

La posición de Bush abrió un nuevo contrapunto con las potencias europeas, que se suma al cisma registrado en los meses que precedieron la invasión de Irak. Como entonces, el primer ministro británico, Tony Blair, se alió ahora con la Casa Blanca, mientras que «la vieja Europa», como la definió en aquel entonces el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, se opuso.

La UE llamó en los últimos días a un cese de las hostilidades, calificó de «desproporcionada» la fuerza militar aplicada por Israel y alertó que terminará por alentar el caldo de cultivo del que se beneficiarán Hezbollah y otras organizaciones terroristas.

Uno de los ejes centrales del derecho público internacional en asuntos bélicos es la «proporcionalidad en la respuesta» ante un ataque, lo que un amplio sector académico en Estados Unidos teme que se haya vulnerado esta vez. «Toda nación tiene el derecho a defender a sus ciudadanos. Pero debe lanzarse un ataque de manera proporcionada y no se puede causar un sufrimiento innecesario a civiles», planteó el profesor de Derecho de la Universidad Syracuse, David M. Crane.

Estrategia combinada

La canciller israelí, Tzipi Livni, rechazó esas críticas. Sostuvo que la campaña no responde al último ataque de Hezbollah, sino a la amenaza más amplia que sus terroristas representan para su país desde hace muchos años. El objetivo de Israel se combina además con la estrategia norteamericana, que abarca otros objetivos. En particular, golpear a Irán y a Siria, países que Estados Unidos cree que dirigen en secreto a los militantes del movimiento palestino Hamas y del Hezbollah.

En esa línea, Bush, con el respaldo de Blair, se abstuvo de apoyar un alto el fuego tanto en la reciente cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) en San Petersburgo como ante el Consejo de Seguridad de la ONU y la reunión de cancilleres europeos en Bruselas.

Rice sí llamó a un alto el fuego, pero «de valor duradero», es decir que incluso le permita al ejercito libanés recuperar el control del sur del país, hoy bajo la tutela solapada de Hezbollah. Rice trató ya la crisis por teléfono con los líderes de Israel, el Líbano, Jordania, Egipto y Arabia Saudita, entre otros, pero no con Siria. También discutió con el responsable de las relaciones exteriores de la UE, Javier Solana, pero no arribaron a un acuerdo.

Los europeos creen que Israel podría obtener una ventaja de corto plazo, al diluir la amenaza actual que representa el Líbano. Pero temen que eso se pierda luego, cuando las imágenes de una Beirut atacada sean difundidas para promover la jihad (guerra santa). «Si la ofensiva causa más sufrimiento en la gente de lo que es necesario para alcanzar un objetivo -alertó Solana-, será más difícil ganar sus «corazones y mentes en la lucha contra los terroristas».

El plan de la Casa Blanca es, sin embargo, permitir que los israelíes bombardeen por una semana zonas del Líbano donde estarían las instalaciones, el arsenal y la cúpula del Hezbollah. Sólo luego promoverá un plan por intermedio de la ONU, explicaron altos funcionarios de la administración.

El plan incluiría la creación de una zona especial, en el sur del Líbano, en una franja de 19 kilómetros a lo largo de la frontera con Israel. También, se emplazaría una fuerza de paz de la ONU en la región; y se impondría un embargo de armas en el territorio libanés, con la excepción de su ejército, considerado hoy muy débil como para combatir contra las milicias de Hezbollah.

Como último eje, el plan incluiría una iniciativa para recolectar fondos en la comunidad internacional, incluyendo los organismos multilaterales de crédito, para reconstruir el Líbano cuando se acalle el fragor de las armas.

El 45 % de las victimas son niños.

LONDRES (ANSA).– El 45 por ciento de las víctimas de los bombardeos israelíes contra Líbano son niños, dijo hoy la organización no gubernamental Save The Children.

La estimación fue hecha pública hoy por el vocero Aimée Ansari, responsable para Medio Oriente del grupo de origen británico.

«Las personas con las que hablé en Líbano dicen que el 45 por ciento de las víctimas son niños. Las familias libanesas son numerosas, así que cuando se bombardea una casa, se alcanza a los niños», dijo Ansari.

Israel bombardea Líbano desde hace nueve días, tras el secuestro el 12 de julio de dos de sus soldados por parte del grupo chiita libanés Hezbollah, que a su vez ataca el norte israelí con misiles y pide un intercambio de prisioneros.

El vocero dijo que son inferiores a la realidad las estimaciones de Jan Egeland, coordinador de los servicios de emergencia de Naciones Unidas, según el cual la proporción de niños entre los 300 muertos y miles de heridos es de un tercio.

Están pagando los inocentes

Por Joumana Haddad
Del Corriere della Sera

El siguiente artículo es una respuesta a una columna de opinión titulada «Esta sí es una guerra justa», del escritor y periodista Amos Oz, que fue publicada ayer por LA NACION

BEIRUT.- Me siento ante la computadora. Acaricio la pantalla. Ahora es mi única ventana al mundo, mi pulmón electrónico. Ya no consigo trabajar por placer.

La cultura es ahora un lujo que me parece escandaloso. Es inútil la pintura, inútil el teatro, inútil el cine. Inútiles las palabras.

«¿Qué puede hacer por el mundo la poesía?» Es lo que siempre nos preguntamos los poetas. «Milagros», me respondo en voz baja. A pesar de mi abatimiento, estoy convencida de que cada sueño que nos ofrece es un modo de salvación.

Leo en el Corriere el artículo del escritor Amos Oz. Respeto su dolor, pero no es cierto que «Israel tiene en la mira sobre todo a Hezbollah».

Israel está demoliendo sistemáticamente la infraestructura civil libanesa. Hace pagar a ciudadanos inocentes e indefensos el precio de una culpa que la mayoría de ellos no tienen. ¡Es como si un médico decidiera condenar a muerte a un paciente sólo porque se le ha gangrenado una mano o un pie!

El gobierno libanés ha dicho claramente que no quiere esta guerra. Entonces, señor Oz, ¿cómo puede ser esta guerra unilateral una «pura y simple autodefensa»?

¿Cómo puede ser «pura y simple autodefensa» atacar los camiones cargados de víveres? ¿Cómo puede ser «pura y simple autodefensa» la destrucción de las centrales eléctricas? ¿No ha dicho usted mismo que «el mal está a veces hábilmente camuflado de idealismo»?

En la casa de mis amigos Asaad y Colette me encuentro con Vincenzo, un italiano que se negó a ser evacuado. «Quiero quedarme acá y compartir la suerte de la mujer libanesa a la que amo», me dice con naturalidad.

Comemos, bebemos, reímos y olvidamos -o fingimos olvidar- la desdicha que nos asedia. Y el Líbano también es esto, señor Oz: una oscuridad en la que resplandece la luz.

La autora es una poeta y periodista libanesa

Traducción: Mirta Rosenberg

La agónica salida de 24 argentinos de un país sumido en el espanto

Dejaron la zona de conflicto en el Líbano rumbo a Chipre en un barco de guerra griego

BEIRUT (De una enviada especial).-Iban callados, casi mustios, con el bombardeo de la mañana todavía en el pecho. Habían llegado al puerto en una pequeña combi que quedó estacionada bajo el sol, que lastima como un cuchillo, mientras un responsable del operativo se llevaba su última salvaguardia -los pasaportes- para hacer el trámite de rigor previo al embarque.

Era un viaje sin alegría. Sin decir palabra, los 24 argentinos -el grupo más numeroso de nuestro país que dejó el Líbano- miraban por la ventanilla la figura gris del buque de guerra griego Iera Petra con el que viajarían de Beirut a Larnaca, Chipre. Habían tomado la decisión, hecho la valija rápido y pasado por mil problemas cuando les llegó el último susto: «Lo siento, les traigo una mala noticia -les dijo el funcionario a cargo del operativo-. Tal como van las cosas, no es seguro que puedan viajar. Los israelíes están creando problemas, no nos extienden el plazo para sacar los barcos, y como ustedes no están en primer lugar, no podemos garantizar que alcancemos a embarcarlos antes de que llegue la hora de zarpar. ¿Me entienden?».

Fue como si les hubieran dado un mazazo: claro que entendían, pero los argentinos que ayer emigraban del espanto no querían entender. Era demasiado. El funcionario insistió: «Estamos negociando una prórroga del plazo, pero no la aceptan. A los israelíes no les importa lo que pase aquí y han dicho que a las 19, como sea, debemos zarpar».

Quedaba poco más de una hora y cientos de pasajeros precedían al grupo en el que, tímidamente, asomaba una pequeña bandera celeste y blanca. Con su madre, que había venido de visita desde la Argentina, y sus dos hijos, a Gisela Ansulovich de Yunes se le humedecieron los ojos, pero no llegó a llorar. Tomó el teléfono móvil y dio el parte de la nueva situación: «No sabemos nada».

Un poco más adelante, Edith Jiménez de Fahs no puede creer lo que escucha. «Deshice mi casa en tres días y ahora dicen que no saben qué pasa con nosotros». Al lado de ella, la veterana del grupo se aferra de su mano y pregunta: «Nos dejarán embarcar, ¿o no? Yo ya no quiero quedarme acá», dice, con lo que queda de cadencia argentina. Otros no dicen nada: sólo se toman la cabeza, se miran, esperan. Y no dan crédito a lo que escuchan: la negativa israelí les vuelve a quitar todo. «Estoy tan cansada que ya no me quedan fuerzas», suspira una de las mujeres.

Camino inverso a la enorme columna de quienes salen, LA NACION entraba con ellos en el muelle atestado de pasajeros. Todo es un enorme impulso por salir, salir como sea.

Consuelo

En fila, como quien va al colegio, sube el pelotón de menores no acompañados, con los carteles que los identifican como tales. Uno de ellos se abraza a su madre y no le cree lo que ella le dice: que es un viaje de excursión, que va con los amigos, que lo pasará bien, que se va a divertir. «El barco se va y vos no venís», se quiebra el chico. Y cuando por fin asciende por la planchada, su boca es un enorme puchero.

Suben después las familias. Se apiñan como pueden en el buque de guerra y donde hace un ratito estaba una mujer con tres hijos queda en el muelle una muñeca rosa largamente acariciada: la urgencia no siempre permite recoger todo. Recorren otros el ascenso y los argentinos, en la camionetita, siguen esperando. Otros usan el teléfono móvil para dar consejo a quienes no tuvieron la suerte de ser incluidos en la lista de viajeros. «No te olvides de decir que tienes hijos, es importante para que te tengan en cuenta», dice un hombre a su hermano menor, del que se despide en ese momento.

Con el bloqueo impuesto por Israel, el mar es una de las pocas vías que quedan de escape y sólo puede utilizarse en los momentos en que se autoriza.

Queda menos de una hora para que puedan embarcar los argentinos. Y la suerte acompaña: el hombre de los pasaportes aparece, se precipita por la puerta y ordena: «¡Rápido vamos…!, que podemos subir». Salen todos disparando. Tanto que uno de ellos olvidó las valijas y, transpirado, regresó cinco minutos después para buscarlas: nadie las ha tocado, nadie tiene siquiera tiempo para eso.

Del otro lado

«¡Gracias a Dios!», dice uno. Otro añade: «Y al barco griego, y a la embajada argentina, que ha estado fantástica». Parten los colectivos que trajeron a los pasajeros. Queda poco tiempo para zarpar antes de que se agote el plazo de gracia. Los argentinos saludan con la mano en alto, están entre los últimos en un muelle que ya queda casi desierto.

Hay alambre tejido por todos lados. Y del otro lado, tras un muro, una enorme cola de gente que ni siquiera pudo acercarse. Y una misma pregunta repetida y desesperada: «¿Sabe cómo puedo hacer para conseguir que me suban a un barco?»

Pronunciamiento en Diputados

* Con el apoyo de todos los bloques, salvo ARI que comanda Elisa Carrió, la Cámara de Diputados aprobó un breve proyecto de resolución en el que expresa «su profunda preocupación y pesar» por la crisis en Medio Oriente y su adhesión «a la posición argentina en la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de apoyo a la intervención de los organismos de paz internacionales con el objetivo de poner fin a estos acontecimientos». Carrió dijo que su bloque necesitaba «reflexionar más sobre cada una de las palabras de la declaración» antes de adherir. En cambio, todo el resto de la oposición y el oficialismo la suscribieron.

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