El trabajo infantil, un drama que afecta a 1500000 chicos

Una organización mundial denunció que creció seis veces en nuestro país A Gonzalo poco le importan las estadísticas. Aunque hablen de él. Sólo le interesa que le compren las flores que vende en la esquina de Vicente López y Junín, en Recoleta. Aunque no le preocupen las cifras ni si son oficiales, ayer se recordó el Día Internacional por la Erradicación del Trabajo Infantil y Gonzalo es uno del 1.500.000 chicos que trabajan en nuestro país.

Esa es la alarmante cifra estimada por la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (Conaeti), del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Pero no es una cifra nueva. La carencia de números actualizados hace que, en este tema como en tantos otros vinculados con los menores, no pueda medirse la magnitud de la situación.

La organización mundial Save the Children denunció ayer que el trabajo infantil creció seis veces en nuestro país en los últimos siete años.

«A partir de la crisis de 2001 la cantidad de chicos que en la ciudad trabajan en la calle aumentó de 1600 a 4000 y, según un relevamiento del gobierno porteño realizado sobre 300 casos, el 53% de ellos consume drogas», afirmó el vicepresidente de Compromiso para el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta.

El trabajo infantil no sólo atenta contra la educación: también limita el acceso al juego y perjudica la salud. Desde el cirujeo hasta la explotación sexual, pasando por la mendicidad, el «cartoneo» o el malabarismo callejero, el futuro de muchos de estos chicos está seriamente hipotecado.

La pobreza es la principal generadora del trabajo infantil, pero no la única. También influyen la desocupación adulta, el trabajo en negro, la demanda de prostitución o pornografía infantil y factores culturales que tienden a naturalizarlo.

La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño establece, en su artículo 32, que todos los niños tienen derecho a «estar protegidos contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social». En 1994, la Argentina la incorporó a la Constitución Nacional.

Aunque el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) constataba una disminución del trabajo infantil en el mundo, la Argentina se convirtió en el país de América latina donde el trabajo infantil «ha crecido de la forma más alarmante» al aumentar «seis veces» en pocos años como consecuencia de la crisis económica.

Así lo revela un informe que la organización Save the Children difundió ayer en Madrid, según el cual «existen en la actualidad 1.500.000 niños trabajadores contra los 250.000» que se tenían registrados en 1998. «Trabajan para ayudar a sus familias, pero muchos lo hacen en condiciones de explotación o de mucho riesgo para sus vidas», dijo en aquella ciudad a LA NACION el vocero de la entidad, Julio Alonso.

«Esa es la base mínima, pero sabemos que son más de 1.500.000 chicos. Nosotros hacemos una valoración crítica que se diferencia de la radicación porque no consideramos que todos los trabajos son malos. Muchas veces las políticas de erradicación, al tapar el problema, hacen que el chico busque otras formas de trabajo que lo explotan más», consideró la coordinadora en Argentina de Save the Children, Lucía Losoviz.

«Nuestros propios datos de población cartonera muestran un descenso muy importante», señaló la titular del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la ciudad, María Elena Naddeo. El consejo lanzó ayer la campaña «Los niños tienen derecho a no trabajar» y adelantó la creación de una página web junto con la Unidad Metropolitana de Políticas de Infancia para coordinar políticas conjuntas. Desde la semana próxima estará disponible en www.umpi.gov.ar

El Ministerio de Trabajo reveló el año pasado, después de realizar la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna), que el 7% de los chicos de entre 5 y 13 años cumple alguna tarea y que trabaja el 20% de los adolescentes de entre 14 a 17 años.

Ambas categorías (que involucran a ocho millones de chicos) suman 900.000 afectados, aunque los especialistas creen que los números llegan a 1.500.000, cuando se suma el trabajo doméstico.

Casi el 50% de los recuperadores urbanos que transitan por las calles porteñas son chicos o adolescentes, según reveló un informe que difundió la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), realizado entre octubre de 2004 y marzo de 2006.

Por Cynthia Palacios
De la Redacción de LA NACION

Cómo combatir el flagelo

* El programa Proniño es una de las estrategias para combatir el trabajo infantil que la Asociación Conciencia, Movistar y la Fundación Telefónica llevan adelante desde 2001. Cuenta con más de 1800 beneficiarios y apunta a la escolarización de niños trabajadores y en riesgo de comenzar la actividad laboral. El Programa Porvenir, que se lleva adelante desde hace tres años en las provincias de Salta y Jujuy, se ocupa de los casos de niños trabajadores de zonas rurales. El gobierno bonaerense, en tanto, habilitó ayer la línea telefónica 0800-666-2187 para recibir denuncias sobre casos de niños que trabajen en el ámbito de la provincia de Buenos Aires.

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