Verano más caro

En Mar del Plata, las salidas a comer y las entradas al teatro lideran los aumentos. Y en Pinamar y Cariló, el alquiler de carpas y casas. Aún así, las reservas de alojamiento son mayores a las del año pasado.Aunque el plan inicial era ir a pasear en cuatriciclo por los médanos, Cecilia y Agustín hicieron una escala previa en uno de los edificios más lujosos de Cariló, tentados por las fotos que acompañaban la promoción de un apart hotel.

«Departamentos con vista al mar, amplios, para exquisitos. Edificio con piscina, gimnasio y spa», habían leído antes de salir del country de Pilar. Clientes habituales del balneario y propensos a gastar sin disimulo, se entusiasmaron con alojarse allí durante las vacaciones.

Por eso, cuando la pareja entró a Cariló y reconoció el apart, el hombre estacionó la camioneta 4 x 4 y su mujer —casi como una rutina similar a la de todos los años— se bajó a preguntar el precio de las habitaciones con la idea de concretar la reserva para enero. Todo iba bien hasta que escucharon las tarifas. «Nos pidieron diez mil pesos por todo el mes, mucho más que lo que pagamos el año pasado. Tendremos que achicar las vacaciones», contaron sorprendidos a Clarín al salir del edificio.

Se sabe: Cariló es el lugar más caro de la costa argentina y sólo parece apto para clientes vip. Sin embargo, no será la excepción, ya que el salto en las tarifas para el verano 2006 se sentirá en toda la costa argentina.

Según un relevamiento realizado por este diario entre agentes inmobiliarios, operadores turísticos y fuentes de los rubros gastronómicos y de entretenimiento, el incremento con respecto al año anterior será de un 25 por ciento, en promedio. Los números varían de acuerdo con el balneario, las fechas y la calidad del alojamiento ofrecido.

Pese a que los secretarios de Turismo de los distintos centros intentaron minimizar las subas, hay algunos ejemplos elocuentes. El año pasado, para ir a Mundo Marino, en San Clemente del Tuyú, un matrimonio con dos hijos pagaba 72 pesos; ahora, deberá abonar 89 pesos. En Cariló, alquilar una carpa será carísimo: si bien se consiguen a partir de los 1.700 pesos para enero, el que no haya hecho reservas hasta hoy es posible que tenga que pagar arriba de los 2.500.

En Mar del Plata, la gastronomía está más cara, lo mismo que los hoteles 4 y 5 estrellas, que este año, después de la promoción que significó la Cumbre de las Américas esperan el arribo de turistas extranjeros (ver El turismo…).

El impostergable café en la Fonte D’oro, en la peatonal San Martín, que en 2004 estaba 2,30 pesos ya está en los 3,00 pesos. ¿La tradicional cazuela de mariscos? No se pagará menos de 25 pesos. «Es evidente que la inflación, la necesidad de hacer obras y la incipiente recomposición salarial empujaron la suba», reconoce Diego Martinolli, director de Turismo del Partido de la Costa, donde los precios que más subieron se reflejan en el rubro entretenimientos. Pasar un día en una granja costará 25 pesos, es decir un 20 por ciento más que en el verano pasado.

En medio de este panorama, quienes con sensatez buscan frenar las tarifas, cuentan que el alquiler de los departamentos es el rubro más difícil de controlar.

«El ritmo lo marcan la oferta y la demanda. Nosotros tenemos políticas para que los precios no suban, pero la verdad es que no hay precios máximos. Los propietarios a veces piden mucho más de lo aconsejable», reconoce ante Clarín Juan José Rodríguez, el referente de la Secretaría de Turismo de Pinamar.

Pese a los aumentos, en la mayoría de los hoteles, inmobiliarias y balnearios los teléfonos están al rojo vivo. Y el nivel de reservas es mayor que el que había, en esta misma época, el año pasado. En Villa Gesell las reservas de alojamiento ya llegan al 50 por ciento, en Pinamar alcanzan el 70 y en Valeria del Mar y Ostende superan el 80 %.

Las reformas en las playas no cesan. De sur a norte se observan el ir y venir de las máquinas excavadoras que remueven la arena, se escucha el ruido de martillazos de obreros que trabajan sin pausa en la construcción de nuevos paradores y se siente el olor a pintura fresca.

Mientras se dan las últimas pinceladas, en las páginas de Internet de las secretarías de Turismo se reciben preguntas de todo tipo. Los que ya eligieron Mar del Plata como destino para el verano quieren saber cómo quedó la ciudad después de la Cumbre. Y suelen dejar mensajes muy amistosos: la mayoría dice que espera poder venir a descubrir la nueva cara de la Costa, que desde noviembre tiene plazas nuevas y modernas, un puente peatonal en las playas de La Perla y toda la rambla iluminada.

En el sector privado, desde Ostende hasta Mar de las Pampas, las inversiones tampoco se detienen. En algunos casos, las cifras son millonarias. Un caso: en Villa Gesell, los dueños del hotel Tequendama inaugurarán en 20 días un spa exclusivísimo, de cuatro plantas.

Se trata de 1.300 metros cuadrados en los que habrá desde una piscina con fibra óptica, nada contracorriente y una ducha escocesa gigante, hasta una sala de convenciones para 150 personas, un parque acuático, una sala de cine con audio de última generación y una terraza en la que, todas las noches, un sushiman oriental preparará platos en vivo de cara al mar. Allí, como en los paradores de moda, prometen que las velas se apagarán con la salida del sol.

De día, los propietarios de balnearios —sponsorizados por grandes firmas de tarjetas de créditos, bebidas y automotrices— volverán a apostar fuerte a los recitales en vivo y en directo: están confirmados Vicentico, Spinetta, Catupecu Machu Babasónicos, Los Ratones Paranoicos y Turf, entre otros. Los escenarios estarán improvisados en la arena, a orillas del mar. Y, como si fuera una ironía contra la escalada de los precios, serán gratis.

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