Para arriba y sin el Banco Central

La divisa estadounidense alcanzó su más alto valor en 13 meses, sin intervención del Central. La demanda provendría de inversores externos que buscan retornar sus capitales a sus países de origen. El dólar lleva acumulada una suba de nueve centavos en lo que va del mes. El Gobierno, tranquilo.

Por Maximiliano Montenegro
El dólar quebró la barrera de los 3 pesos (cerró a 3,01), el mayor nivel en 13 meses, y acumula en lo que va del mes una escalada de 9 centavos. La tendencia ascendente por ahora no preocupa al Gobierno que, al contrario, se muestra cómodo con un dólar firme en los 3 pesos. Sin embargo, desde la city alertan sobre el peligro de que un dólar cada vez más caro le imprima un envión adicional a la inflación. El último informe de la Unión de Bancos Suizos (UBS), una de las entidades asesoras en el canje de deuda, advierte que la política cambiaria oficial “echa nafta al fuego de la inflación” y pronostica que este año el IPC (Indice de Precios al Consumidor) superará el 12,5 por ciento.
A diferencia de lo que ocurría en los últimos tiempos, ayer el Central no empujó la cotización: cerró su balance en cero (no adquirió ni vendió dólares), cuando en los últimos 20 días acumulaba un promedio de compras diarias de 39 millones. En la víspera algunos inversores salieron a comprar divisas para participar de la licitación de Boden 2015. Pero en términos generales el dólar trepa porque, en las últimas semanas, grandes fondos de inversión venden los bonos en pesos que compraron baratos, realizan ganancias muy grandes, adquieren dólares, arman las valijas y retornan a sus seguros hogares. Sobre todo, ahora que las tasas de interés internacionales apuntan para arriba y, por lo tanto, la rentabilidad que se paga en estas latitudes de alto riesgo ya no es tan atractiva.
Si el Gobierno estuviera preocupado por el saltito del dólar, bastaría con salir a vender 50 millones, una mínima fracción de los 26.123 millones de dólares de reservas, para plancharlo. Los analistas sostienen, con razón, que sería una muy mala señal que el Central vendiera dólares, después de más de dos años ininterrumpidos de cuantiosas compras. En la misma línea hay quienes dicen que, de continuar la tendencia, la entidad comandada por Martín Redrado dejaría deslizar el tipo de cambio hasta 3,05, y que recién después buscaría frenarlo, pero sin desprenderse de reservas, a través de otras medidas de política monetaria.
Al margen de las especulaciones, lo cierto es que en el equipo económico siguen creyendo en el círculo virtuoso del dólar alto: más competitividad para la producción nacional, más recaudación vía retenciones a las exportaciones, y descreen del impacto inflacionario con el argumento de que los precios ya se ajustaron a un dólar de 3,50 (entre 2002 y 2003) y después nunca bajaron. De hecho, durante todo octubre el Central embolsó dólares –y acumuló reservas para hacer frente a futuros pagos de deuda– aun cuando los inversores se desprendían de pesos y la cotización remontaba vuelo sola.
El último informe de la UBS critica duramente esta estrategia cambiaria, compartida por Lavagna, Redrado y el propio Kirchner. “Creemos que la política cambiaria es inflacionaria”, sostienen los analistas del banco suizo, en un documento titulado “Argentina: la política cambiaria echa nafta al fuego de la inflación”. Advierten que con el consumo muy tonificado, un dólar en alza se trasladará a los precios. Consideran “inexplicable” que “el Banco Central haya comprado dólares en octubre durante una minicorrida contra su propia moneda”. Y no ahorran palos a Redrado: “La credibilidad del Banco Central como un luchador contra la inflación se ha evaporado y vemos los precios subiendo sin una respuesta oficial significativa”.

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